Pacto de caballeros
El avión ya llevaba largas horas de penosa travesía, muchas veces sin rumbo fijo; así, decidieron que había que seguir para Buenos Aires. Sin embargo, estando en ruta, los piratas aéreos cambiaron de opinión: ordenaron dirigirse a Resistencia, capital del Chaco, y en ese momento le prohibieron a la tripulación usar la radio. Durante el trayecto, los tripulantes conversaron calmadamente con los secuestradores y les pidieron que no fueran a tomar ninguna decisión violenta, pues notaron que el nerviosismo se había apoderado de éstos.
A las 12.40 de la madrugada del sábado 2 de junio el avión aterrizó en el aeropuerto de Resistencia. Entonces los encapuchados anunciaron que se marcharían pero que se llevarían consigo a las tres azafatas en calidad de rehenes, para impedir que el resto de la tripulación diera aviso. Así las cosas, el capitán Molina les propuso que arreglaran el asunto de manera que ninguna de las partes saliera perdiendo. Les sugirió que se bajaran solos del avión a cambio de no informar a nadie para evitar que los apresaran. Ellos aceptaron la propuesta. Se advirtió entonces cómo la nave carreteaba lentamente en un extremo de la pista con las luces apagadas y aún con el sistema de comunicación entre el avión y la torre de control interrumpido. En ese momento, un automóvil particular trató de interceptar al avión cruzándosele enfrente, pero tuvo que devolverse cuando la nave lo embistió. Entonces ocurrió algo insólito: en virtud del pacto de caballeros con el capitán Molina, y tras recibir de éste una corta instrucción para no ser succionado y destrozado por las hélices del aparato, uno de los secuestradores —Óscar Eusebio Borja, un ex futbolista paraguayo de 27 años residenciado en la Argentina— saltó a tierra, en medio de la oscuridad de la noche. Pocos segundos más tarde el avión aceleró la marcha y volvió a levantar vuelo.
Mientras algunos periodistas aguardaban la llegada de la nave a Buenos Aires, ésta volvió a desviar el rumbo previsto y apareció a la 1.55 (0.55 hora paraguaya) sobre Asunción. El avión aterrizó en el aeropuerto General Stroessner y permaneció en la pista unos cinco minutos mientras se tendía un cerco policial, al pensarse que a bordo aún estaban los dos secuestradores. Fue en ese corto lapso cuando el otro secuestrador, el jefe (Francisco José Solano López), saltó del avión, como lo había hecho minutos antes su compañero en Resistencia. Pero en la caída, además de perder los zapatos, se le cayó parte de los dólares que llevaba en el maletín, lo cual le retrasó en 15 minutos la huida, pues tuvo que juntarlos con gran paciencia.
En la capital paraguaya se habían adoptado medidas especiales de seguridad desde las primeras horas de la tarde del viernes, cuando el avión parecía dirigirse allí, tras sobrevolar a Chile. A la 1.00 de la mañana la máquina volvió a despegar en medio de un manto de misterio, ya que las autoridades paraguayas no suministraron información alguna.
La expectativa volvió a crecer acerca del siguiente destino del avión, pero terminó luego, a las 3.30 de la madrugada, cuando hizo su aparición —la última de su largo trayecto— en el aeropuerto Ezeiza de la capital argentina, donde lo aguardaba un impresionante cerco policial, equipos técnicos y una tripulación colombiana de relevo por si se veía forzado a continuar el viaje. Mientras los periodistas permanecían en la terraza de la terminal aérea, la policía desplegaba un anillo de seguridad en la pista. En ese momento la temperatura era de tres grados Celsius, y la niebla, espesa. Un oficial de plataforma («señalero», en la jerga aeronáutica colombiana) guio al avión, que carreteó hasta la cabecera de la pista, precedido de un camión con una baliza. Casi de inmediato se abrió la puerta principal y descendieron las tres azafatas, los dos pilotos y el ingeniero de vuelo.
El último capítulo de la aventura finalizó cuando se apagaron las luces de la nave y ésta quedó en reposo, dando término a un caso de piratería aérea sin precedentes en América Latina, pues se recorrieron más de veinticuatro mil kilómetros y se atravesaron más de ocho países en 59 horas y 16 minutos, que fue el tiempo que duró el secuestro.
Conclusión de la aventura
Entre tanto, Solano López, un ex futbolista paraguayo de 31 años, se dirigió a la ciudad de Luque, que queda a 15 kilómetros de Asunción, no bien hubo permanecido oculto en unos pastizales del aeropuerto. En aquella localidad tomó un ómnibus que lo llevó a la capital. El viaje le salió gratuito porque el conductor no quiso negociar un billete de diez dólares con el que pretendía pagar el viaje de la misma cifra de guaraníes (para entonces, el dólar se cotizaba a 140 guaraníes). Una vez llegado a la capital paraguaya, en el centro tomó un taxi y consiguió cambiar dólares por guaraníes en la calle Palma. También se deshizo de la pistola en la calle San Antonio.
Sin embargo, cinco días después —hacia la media noche del jueves 7 de junio— fue detenido por la policía paraguaya mientras dormía plácidamente en un apartamento de la calle Parapiti. Se le encontraron 13.040 dólares (de los 25.000 que le correspondieron) y 226.000 guaraníes escondidos en una vasija de barro en la cocina de la vivienda. No opuso resistencia a la captura.
Muy lejos de allí, en Tuluá, una dama de acrisolada y rica familia valluna —su esposa, la madre de sus dos hijos pequeños— lloraba desconsolada la mala suerte del ex delantero del América de Guayaquil y del Deportes Quindío, que se vio forzado a convertirse en delincuente por culpa del desempleo y del repudio de la familia de su mujer.
Esposado, el ex futbolista paraguayo Francisco José Solano López posa en Asunción ante la prensa con la capucha que utilizó para secuestrar el avión.
Foto: Revista Cromos.
Solano López, capturado por la policía paraguaya en Asunción.
Foto: Archivo El Tiempo.
Foto: Archivo El Tiempo.
Entre círculos aparecen, de pie, Óscar Eusebio Borja, y en cuclillas, Francisco Solano, los dos secuestradores, en sus gloriosos días de jugadores profesionales de fútbol del Deportivo Pereira y del Deportes Quindío.
Foto: Archivo El Tiempo.
Foto: Archivo El Tiempo.
El secuestro inspiró incluso la imaginación de los publicistas y caricaturistas de la época.
Imagen: Archivo El Tiempo.
Imagen: Archivo El Tiempo.
Imagen: Archivo El Tiempo.
Actué como Copiloto en el secuestro del L-188 Electra de SAM hacia Arriba ( primer tripulación)
Pero los Copilotos de esa época eramos totalmente ignorados. El héroe fué el Capitán Jorge Lucena.
Ni siquiera el CAP. Pedro Ramírez QEPD lo nombraron por ninguna parte siendo el líder de la segunda tripulación ( primer oficial).
Capitán Pedro Gracia, un cordial saludo, soy oficial de la FAC y mucho nos gustaría conocer su relato a través de un conversatorio por Zoom que hemos organizado con ocasión de la pandemia y que tiene una gran audiencia pues toca temas desconocidos sobre la aviación. Traté de montar el enlace de la reunión de hoy “Milagro en el Cerro Las Lajas” para que viera cómo se desarrolla la charla pero me devuelve error al publicarlo. Mi correo es elagraviado@hotmail.com y mucho nos gustaría poderlo contactar e invitar. Gracias
Capitán Gracia, le comento que para escribir el artículo me apoyé en periódicos y revistas de la época, especialmente “El Tiempo” y “Cromos”. De manera que seguramente haya bastantes omisiones porque el trabajo de edición fue muy arduo al tomar partes de columnas del periódico que correspondieran a la cronología y conservaran la secuencia del relato; más o menos como coser una colcha de retazos. Pero usted, que fue protagonista y testigo de primera línea, podría contribuir con más detalles para ampliar, enmendar o corregir el artículo. Le extiendo esa cordial invitación, pues sería muy interesante. A propósito: su nombre es bastante conocido para cualquiera que haya volado en Avianca en las décadas del ochenta y siguientes. Lo saludo muy cordialmente y espero que se encuentro disfrutando de cabal salud junto con toda su familia. // Néstor Clavijo, coautor del artículo
Estimado Nestor, reconstruí el secuestro de SAM y otros más de aquella época de piratería aérea en el libro que publiqué el año pasado, “Los Condenados del Aire”. Como bien comenta, fue muy complicada la reconstrucción del secuestro, muchas omisiones en El Tiempo y el Diario del Caribe, así que tuve que mirar diarios de Ecuador, Aruba, Mexico, Argentina, además de hablar con las azafatas de la segunda tripulación y las familias de los pilotos. Fue un trabajo duro pero al mismo tiempo muy bonito, el gremio de pilotos y azafatas es apasionado y muy noble. Cordial saludo. Massimo Di Ricco
Muy bueno y bien documentado el relato del secuestro aéreo más largo de Latinoamérica.
Señores Pilotos felicitaciones por su gran labor en pro de la historia de la aviación en Colombia y gracias por sus amables comentarios.
Faltan los secuestro de dos aeronaves Douglas DC-3, ambos acaecidos sobre territorio de Casanare durante los años de 1969 y 1970 a saber. 1. Douglas DC-3 – HK-500 de LA URRACA, llevado a Cuba el 20 de Junio de 1969. 2. Douglas DC-3 – HK-121 de AVIANCA llevado a Cuba el 21 de Mayo de 1970.
Cordial saludo, Pedro, estoy investigando el secuestro del vuelo para un producto audiovisual. Si pudiera contactarme al correo miguelangelfaj@gmail.com le puedo comentar bien el proyecto. Michas gracias.