El 2 de marzo de 1967, a las 7.22 de la mañana, el Curtiss C-46 carguero HK-758 hizo un aterrizaje de emergencia en la hacienda San Ramón, situada a 4 kilómetros del aeropuerto Eldorado, minutos después de despegar de la pista 30 con destino a Barranquilla. El avión tuvo una falla mayor en uno de los motores; sus dos tripulantes resultaron ilesos tras el accidente.
HK-758, Curtiss C-46, después del accidente.
Foto: Archivo El Vespertino, cortesía de Jackson Martínez, cedida a Camilo Luengas.
El 29 de mayo de 1967 ocurrió el primer caso en Colombia y en el mundo de una bomba a bordo de un avión comercial: el DC-4 HK-757, que cumplía el vuelo de itinerario OD133, al mando del capitán Horacio Luna y del primer oficial Humberto Vilar, y con las auxiliares de vuelo Graciela Torres y Teresa Montenegro, despegó de Barranquilla con 16 pasajeros a las 4.40 de la tarde con destino a Bogotá. A los 55 minutos de vuelo se escuchó una tremenda detonación, el fuselaje vibró, pedazos de lámina de aluminio volaron por la cabina y una de las auxiliares de vuelo, Graciela Torres, fue lanzada contra el compartimiento del baño situado en la parte trasera del avión, en el preciso instante en que pasaba hacia la cocina (galley). Inmediatamente se generó gran pánico entre los aturdidos pasajeros, que se levantaron de los asientos y corrieron hacia la cabina de los pilotos, encabezados por la azafata, que manaba abundante sangre por una herida en la cabeza. Fue entonces cuando el copiloto, muy serenamente, contuvo a los aterrados pasajeros, los obligó a tomar asiento nuevamente y fue hacia el sitio de la explosión a investigar.
En medio del intenso humo, que en cuestión de segundos saturó la cabina de pasajeros y que obligó a muchos a taparse nariz y boca con pañuelo, Vilar examinó el sitio de la explosión. Comprendió la gravedad de lo ocurrido, pero a la vez se dio cuenta de que la situación no era de extremo peligro. Regresó al puesto de comando y desde la puerta de la cabina informó a los pasajeros que lo sucedido era posiblemente un rayo que había alcanzado la cola del avión. Los pasajeros se calmaron, la auxiliar de vuelo Teresa Montenegro le hizo las curaciones a su compañera y el viaje prosiguió hasta la Capital.
Al llegar a Bogotá las autoridades del das y la policía, ya enteradas del caso, abordaron la nave apenas terminó el carreteo e inmediatamente condujeron a los pasajeros a las oficinas de inmigración, donde uno por uno fueron interrogados. Entre tanto, técnicos de la misma dependencia subieron a la aeronave para examinar los daños. La bomba estalló debajo del inodoro del baño y lo destrozó totalmente; además se produjeron grandes agujeros en la pared del avión.
Salvo por la auxiliar herida, por fortuna no hubo ninguna desgracia a bordo del avión.
La bomba, que explotó en el baño trasero del avión, abrió este enorme hueco en el fuselaje del DC-4 HK-757.
Foto: Archivo El Tiempo, colección de Camilo Luengas.
El primer oficial Humberto Vilar examina las heridas de la auxiliar Graciela Torres,que fue lanzada contra el compartimiento del baño en el preciso instante en que pasaba hacia la cocina del avión.
Foto: Archivo El Tiempo, colección de Camilo Luengas.
HK-757, Douglas DC-4, en Eldorado.
Foto: Archivo El Espectador cortesía de Jaime Escobar.
A los 50 minutos de vuelo, dos de los secuestradores irrumpieron en la cabina de pilotos, disfrazados con barbas postizas y gafas oscuras. Allí se impartió por primera vez en un avión colombiano la orden perentoria que se escucharía muchas veces en otros vuelos de diferentes compañías: «¡A Cuba!» En un comienzo, el capitán Rafael Madero y el copiloto Germán Durán pensaron que se trataba de una broma de algún pasajero pasado de tragos, pero cuando vieron que los revólveres que les apuntaban y las amenazas eran reales, no tuvieron más alternativa que orientar la nariz de la nave hacia la isla.
Más tarde se supo en Colombia que el avión había aterrizado sin novedad en el aeropuerto de Rancho Boyeros, cerca de La Habana, en Cuba, hecho que fue confirmado por la tripulación de un avión de Avianca que volaba de Miami a Barranquilla y había escuchado por el sistema de comunicaciones las instrucciones de aproximación impartidas a la nave de Aerocóndor. Por esas cosas raras del destino, coincidió el aterrizaje del DC-4 secuestrado con la llegada a La Habana de la delegación cubana que regresaba de los Juegos Panamericanos celebrados en Winnipeg, Canadá. Así que cada grupo —tanto el de secuestradores como el de tripulantes y el de pasajeros— creyó que la recepción revolucionaria era para él. Sin embargo, los grandes beneficiados de todo el aparato propagandístico cubano fueron los pasajeros y tripulantes del avión colombiano, pues fueron colmados de atenciones y regalos.
A las 7.00 de la noche, tanto los unos como los otros descansaban en el Hotel Nacional; luego fueron invitados al famoso cabaré Tropicana, donde los declararon invitados de honor y presenciaron el fabuloso espectáculo de más de doscientos artistas de primera línea en escena. Al día siguiente, bien cargados de regalos, libros, discos, habanos, ron y prendas de vestir, los pasajeros estaban felices y listos para regresar a Colombia. El HK-757 despegó de Cuba a la 1.30 de la tarde y tres horas después aterrizó en San Andrés, su destino original.
Foto: Archivo El Espectador, cortesía de Jaime Escobar.
Foto: Cortesía de Jaime Escobar.
Se sigue insistiendo que el unico DC3 que tuvo la emoresa era matricula HK 500 lo cual es un error pues la matricula era HK 503.
Yo trabaje en esa epoca con Aérocondor en el aero puerto de Soledad como Despachador y eetuve la mañana que el avion decolo en sentido contrariio por orden de torre con destino Maicao cayendo a un lado de la pista al tratar de decolar donde se fué incendiandose.En un tractor fui el primero que llego al avión cuando la auxiliar Ortega abria la ouerta para la salida de los pasajeros que solo pasaron el susto.Marina Ortega tenia una cortadura en una pierna.
Los pilotos eran el Capitan Humberto Arango y el cCopiloto conocido como el mono cuyo nombre acabo de olvidar.
Todo el equipaje salio ileso y ante el clamor general salve la caja de los sanwiches.
Nadie como yo tuve una cercania con los aviones y ese dia lo despacho el viejo Espinoza tan recordado en la emoresa.
Ojala se corrija el error pues el HK500 volaba con Tao y en Áérocondor el HK 503..hasta su accidente
RECTIFICO
EL HK 500 volo con Lineas Aéreas La Urraca hasta 1975.
Que historia tan fascinante, yo esposa del piloto Walter Trujillo Villegas, fallecido en accidente aereo en Barrancabermeja el 19 de junio de 1959. El nombre del mono es William Molina que reside en Clermont, Florida.
Gracias por conservar nuestra historia de la Aviacion Colombiana!!!!!
Quisiera saber si tienen más información sobre el Capitan Humberto Zuluaga