Flood empezó a caminar seis meses luego del accidente, muchos meses antes de lo planeado.
Luego volvió a estudiar y obtuvo un par de títulos en tecnología. Obtuvo un trabajo en tecnologías de la información pero irritado por el trabajo sedentario de oficina, estaba decidido a volver al aeropuerto – aun así no pudiera volar.
Flood se unió a Duncan Aviation en Lincoln como despachador de partes en 2006, y eso reavivó su interés por el vuelo. No tenía duda alguna en volver a la cabina luego del accidente, pero insistía en cumplir sus estándares pasados.
Compró la cuarta parte de tiempo compartido en un Grumman Yankee y se sorprendió al ver que todavía podía desempeñarse con estándares de piloto comercial. Incluso voló a Ainsworth y llevó a Williams en un paseo – el que el granjero había sugerido en su alegre nota de hospital.
Flood continuó volando como Instructor en 2007. También empezó a volar un Cirrus SR22 de un amigo y se deslumbró con la aviónica y el panel de vidrio (glass-panel). Un día, mientras esperaba para despegar detrás de un jet regional, uno de los estudiantes de vuelo de Flood le hizo una pregunta que lo impacto de manera absurda: ¿cómo es que no estás volando para una aerolínea?
“Ninguna aerolínea me contrataría”, respondió Flood desinteresadamente. “Mi apariencia volvería locos a los pasajeros. Ponte serio”.
Pero el estudiante de Flood insistió: ¿Bueno, has intentado?.
Dígale que tiene agallas.
Flood se casó con Andrea Pflughaupt en 2004, una enfermera que había conocido el año anterior, y Williams y Hallenbeck, sus rescatistas, fueron invitados a la boda.
En 2007, los Flood tuvieron un hijo, Gavin. La llegada de Gavin convenció a Flood de perseguir sus propias ambiciones.
“Sabía que, algún día, tendría que explicarle a mi hijo por qué me di por vencido al intentar convertirme en piloto profesional”, dijo. “Quería poder honestamente decirle que había hecho todo lo que posiblemente podía hacer para cumplir mi sueño”.
Flood publicó una inquietud en un sitio Web de Aviación en donde preguntaba si realmente tendría algún chance de convertirse en un piloto profesional dada su historia personal y sus limitaciones físicas. Su duda generó muchas respuestas – algunas motivadoras, otras no.
Luego de muchos meses, Flood obtuvo una cláusula médica con un “certificado de habilidad demostrada” de parte de la FAA y su certificado médico de primera clase, y aplicó a varias aerolíneas regionales. Republic Airways, una transportadora regional que vuela rutas alimentadoras para varias aerolíneas de pasajeros grandes en Estados Unidos, fue la primera en darle una entrevista.
Flood estaba muy asustado antes de la reunión. ¿Verían sus entrevistadores más allá de su desfiguración física evidente? ¿Podría él convencerlos de que podía representar su compañía orgullosamente?
“Tan pronto como entré a la habitación, pude darme cuenta de que querían darme una oportunidad”, dijo. “Eso era lo que quería, más que cualquier otra cosa”.
Flood obtuvo una invitación para iniciar entrenamiento la semana siguiente. Estaba en camino a convertirse en piloto profesional – si es que podía terminar el entrenamiento.
En un simulador de vuelo, Flood enfrentó uno de sus más grandes obstáculos – operar los reversibles con su afectada mano derecha. Se dio cuenta de que podía manipular las palancas con cualquiera de las manos, pero no en la forma estándar. Los dedos ausentes en su mano derecha requerían que Flood sostuviera la cabrilla del Embraer 170 de manera diferente, también.
Flood no estaba seguro si sus métodos improvisados pasarían desapercibidos por su instructor de vuelo o los examinadores de la FAA. Pero Marty Cupp, un piloto de aerolínea veterano y un instructor de simulador de vuelo de FlightSafety International, quien guió a Flood durante su entrenamiento de transición a jet, le aseguró que no había una manera correcta o incorrecta de sostener los controles o mover las palancas. Las regulaciones exigen cierto nivel de desempeño por parte de los pilotos pero no dicen cómo los pilotos deben lograrlo.
“Logan (Flood) sabe cómo sobreponerse y adaptarse, y eso es especialmente cierto en la cabina”, dijo Cupp. “Su destreza es asombrosa. Es bueno con la cabrilla y encuentra maneras de hacer que el avión trabaje para él”.
Flood, ahora de 30 años, empezó a volar jets regionales desde y hacia el aeropuerto internacional O’hare de Chicago en marzo de 2008. Se sintió cómodo en la parte de vuelo de su nuevo trabajo casi que de inmediato. Pero estaba nervioso sobre la recepción que tendría por parte de las tripulaciones y pasajeros. Sus cicatrices eran más prominentes que nunca y ningún uniforme podría esconderlas.
Al volar con un capitán que no conoce, Flood usualmente le cuenta la historia de su accidente una vez el avión está a gran altitud y la carga de trabajo se reduce. Lo cuenta de manera factual, modesta y responde las preguntas con sinceridad y hasta humor.
“Dejo que la gente sepa que está bien preguntar”, dijo. “Los relaja saber que no tienen que ser cautelosos con el tema. No me molesta hablar de ello”.
En un vuelo reciente entre Chicago y Denver, Flood voló directamente sobre Ainsworth, el sitio de su accidente en 2001. En un día claro, desde 35.000 pies, pudo ver claramente la pista y el campo de maíz donde había perdido a un amigo y donde su propia vida casi había terminado. En una tarde de primavera, la paz verde del lugar le brindaba un contraste refrescante de sus memorias sombrías.
Los pasajeros en las terminales aéreas se quedan mirando a Flood algunas veces. Él se prepara para el día, que él dice que sabe que llegará, cuando su apariencia moleste tanto a un pasajero que él o ella se rehúse a volar con él.
Hasta ahora, los únicos comentarios que Flood ha escuchado han sido de apoyo. Una auxiliar de vuelo le contó que un pasajero la llevó aparte para preguntarle si Flood había sido herido en un accidente de aviación.
Cuando la auxiliar dijo “sí”, el pasajero le pidió entregarle un mensaje.
“Dígale que tiene agallas”, dijo el pasajero. “Dígale que lo admiro”.
Nota: Aviacol.net quiso traducir y publicar este artículo como un tributo a un hombre que con perseverancia y mucha fuerza logró conquistar sus sueños a pesar de las dificultades y los obstáculos. Es nuestra intención que este ejemplo sirva de inspiración para los miles de jóvenes colombianos que persiguen el sueño de volar.
Artículo original escrito por Dave Hirschman para AOPA – Traducido por Pablo Andrés Ortega Ch. para Aviacol.net
Piloto Comercial – PTL (actualmente Capitán de A320), ingeniero de sistemas y entusiasta de los viajes, la tecnología y la fotografía. Apasionado por la aviación desde que tiene uso de razón.
Fue Co-fundador de volavi en 2005, proyecto en el que se desempeña como Director General y Administrador de Sistemas.