Cali es la tercera ciudad en importancia de Colombia y el aeropuerto internacional que actualmente la sirve, inaugurado en 1971, adelanta ya unas obras de expansión enmarcadas en un largo proceso no exento de complicaciones. El futuro de esta terminal aérea espera multiplicar el mercado aerocomercial en el suroccidente del país. Hablamos con su gerente, Ricardo Lenis, para tener una visión profunda sobre este proceso.
Los VI Juegos Panamericanos que se llevaron a cabo en Cali en 1971 impulsaron el desarrollo de la infraestructura en la región. Ese año se inauguró el aeropuerto “Palmaseca” ubicado en el municipio de Palmira a 18 kilómetros del centro de Cali, y que recibiría luego el nombre del periodista vallecaucano Alfonso Bonilla Aragón. (Lea aquí: Cali – Alfonso Bonilla Aragón (SKCL / CLO)
El crecimiento del mercado aéreo colombiano durante las dos décadas siguientes demostraría que el edificio, catalogado en su momento por algunos como sobredimensionado, serviría perfectamente a una economía en ascenso. Durante este tiempo se adelantaron varias inversiones para mejorar continuamente sus instalaciones.
El Alfonso Bonilla Aragón fue el primer aeropuerto del país que entró en un proceso de privatización en 1994 y que no culminaría exitosamente debido a la situación de seguridad en esa región, directamente ligada al flagelo del narcotráfico que por aquel entonces se vivía de manera latente en esa zona del país. Pero el 2 de septiembre del 2000 se convertiría en el tercer aeropuerto colombiano en estar bajo concesión, en este caso con Aerocali, que recibió la concesión precisamente en dicha fecha.
En la actualidad la terminal aérea ocupa un área de 402 hectáreas de las que son utilizadas 170 aproximadamente. Esto ya da luces sobre el terreno disponible para su expansión. Cuenta con un edificio terminal con dos satélites –nacional e internacional- cada uno con cinco puentes de abordaje. La plataforma nacional tiene un área de 43.472 metros cuadrados, la plataforma internacional un área de 45.509 metros cuadrados; a las que se suman 14.516 metros cuadrados en plataforma regional y 9.574 metros cuadrados en plataforma de aviación general. Hacia el norte de la terminal se ubican la plataforma de descongestión con un área de 15.040 metros cuadrados y la plataforma de carga con 22.520 metros cuadrados.
La pista de 3.000 metros de largo por 45 metros de ancho tiene una calle de rodaje paralela del mismo largo y cuenta con sistema ILS Categoría I. En el área del aeródromo se ubican además las instalaciones de tres escuelas de aviación, un aeroclub y varias compañías privadas. También se ubica el Museo Aéreo Fénix, una entidad privada que se cataloga como la segunda de su tipo en el país y con un material histórico aeronáutico de gran valor. (Lea aquí: Museo Aéreo Fénix)
La operación comercial es realizada por las aerolíneas Avianca, LAN, Copa, VivaColombia, Satena y ADA en el campo nacional; mientras que en el aspecto internacional vuelan Avianca, LAN, Copa, American Airlines, KLM, Tame e Iberia. (Lea aquí: KLM también llegó a Cali) (Lea aquí: Medellín y Cali estrenan vuelos internacionales)
Aproximadamente 4 millones de pasajeros nacionales se transportaron por este aeropuerto en el 2014, a los que se suman cerca de 750.000 internacionales. 57.000 operaciones aéreas por año –teniendo en cuenta la presencia de tres escuelas de aviación- y aproximadamente 160 despegues y aterrizajes de aviones comerciales por día, cierran las estadísticas actuales del Alfonso Bonilla Aragón.
El largo proceso
No ha sido fácil el desarrollo de las obras para la ampliación del aeropuerto. A pesar de haber sido uno de los primeros en ser concesionados, las relaciones entre la Aerocivil y Aerocali fueron tensas durante varios años generando numerosos escollos legales que impidieron el desarrollo continuo de planes de expansión.
Una situación que llevó el caso a varios tribunales de arbitramiento para definir responsabilidades en las obras. Lentamente se fueron superando las circunstancias que hicieron que Cali se atrasara en su modernización frente a los procesos que ya se adelantaban en otros aeropuertos del país. En el 2013, finalmente, se solventaron los mayores obstáculos.
Tomando en cuenta las estadísticas operacionales del aeropuerto, la propuesta inicial de construir un satélite adicional a los dos existentes fue revisada y mejorada, dando como resultado la proyección de un edificio completamente nuevo para las operaciones internacionales que tomó forma desde el 2003.
A pesar del estancamiento en los procesos, se desarrollaron varias obras de mejoramiento que incluyeron: ampliación de filtros de seguridad, mejora de las áreas de mostradores, baños, zona comercial, instalación de escaleras eléctricas, ampliación de estacionamientos, mejora en salas de equipaje, instalación de ascensores, entre otros; todas obras adelantadas por el concesionario.
A pesar de estas mejoras, las obras de alto impacto esperadas con la concesión no se cristalizaban debido a los continuos tropiezos. Para fines de la primera década del siglo XXI poco a poco se solventaron los inconvenientes y se dieron pasos firmes en el proyecto del plan maestro para el Alfonso Bonilla Aragón. (Lea aquí: Definido acuerdo para modernización de aeropuerto Alfonso Bonilla Aragón)
La ampliación
Las tres obras principales que se adelantarán se dividen en: remodelación del edificio actual, nuevos accesos viales y mejoras en espacio público en una primera parte. Una segunda parte con la construcción de la terminal internacional; y la tercera que tiene que ver con las obras de certificación OACI. En conjunto se invertirán 189.800 millones de pesos, interviniendo más de 25.000 metros cuadrados existentes y edificando 86.900 metros cuadrados nuevos.
En la primera parte, el edificio actual recibirá nuevas mejoras en áreas de filtros de control, área de mostradores, salas de espera, bandas de equipaje y actualización de espacios. Los 40.000 metros cuadrados de construcción actual quedarán entonces modernizados, ofreciendo una mejora sustancial en la experiencia al pasajero.
La segunda parte, que involucra el nuevo edificio, es la más atractiva del proyecto. Se trata de una obra pensada para ir en armonía con la arquitectura actual, pensada en su momento para aprovechar las corrientes de aire de la región y así climatizar naturalmente el edificio.
La nueva terminal internacional tendrá 19.600 metros cuadrados en dos pisos, 36 mostradores y contará con cuatro puentes de abordaje para aviones categoría D y dos puentes para aviones categoría E. La nueva plataforma en esta zona tendrá un área de 54.800 metros cuadrados, 44.800 para servir al satélite internacional y 10.000 para la aviación regional que puede albergar cinco aviones similares a un Gulfstream V. También se reubicará el cuartel de bomberos.
La actual terminal internacional pasará a servir el tráfico nacional en conjunto con la estructura ya edificada, con una posición modular que puede ser usada tanto para vuelos nacionales, como internacionales. Esto evitará la maniobra que se hace actualmente en donde se movilizan aeronaves de una terminal a otra cuando se trata de vuelos que llegan como nacional y se vuelven internacional o viceversa.
Finalmente las obras de certificación internacional bajo normativa de la OACI incluirán la ampliación de márgenes de pista y calles de rodaje, nivelación de franja, construcción de área de seguridad en extremo de pista, señalización vertical y nueva iluminación. Serán 60.000 millones de pesos los que se invertirán en esta tercera fase. Para adelantarla se debe tener un tiempo de espera, debido a que el aeropuerto de Rionegro adelanta el mismo proceso; si estos dos aeropuertos adelantan las obras al mismo tiempo, Bogotá no contaría con un aeropuerto alterno en este lapso de tiempo.
Un aeropuerto realista
A pesar de la experiencia que ya ha vivido la aviación comercial colombiana, que vio un crecimiento mucho mayor al proyectado inicialmente, lo que llevó al rediseño de muchas ampliaciones en infraestructura; las obras que se adelantan en el Alfonso Bonilla Aragón responden a una realidad que no es comparable con la de otros aeropuertos del país.
Los casi 4 millones 800 mil pasajeros que moviliza anualmente no llegan a los volúmenes que maneja El Dorado y, aunque se acerca a los de Rionegro, sigue siendo un número que obliga a que las inversiones sean hechas cuidadosamente. Las expectativas de muchos por un aeropuerto de mayores dimensiones no dejan de ser contempladas en posibles proyectos a futuro, como la extensión en mil metros de la pista o, incluso, la construcción de una segunda.
Sin duda el futuro de este aeropuerto va de la mano con el desarrollo de Cali y pensar en que la base aérea Marco Fidel Suárez de la Fuerza Aérea Colombiana fuera, eventualmente, trasladada fuera de la ciudad hacia el aeropuerto, llevaría a que estas ideas de ampliación mayor tuvieran un análisis más profundo y realista.
Pero, aun cuando posibles, se trata de escenarios que no se desarrollarán en el mediano plazo. Por ahora la expansión del Alfonso Bonilla Aragón se adelanta finalmente después de muchas complicaciones y el nuevo aeropuerto se unirá a la serie de desarrollos que ya se ven en muchos otros aeropuertos en Colombia.
Panorámica actual del aeropuerto. (Foto: Aerocali)
Panorámica actual del aeropuerto. (Foto: Aerocali)
Panorámica actual del aeropuerto. (Foto: Aerocali)
Panorámica del área de comidas y salas de espera generales.
Imagen de cómo se verá el aeropuerto en el futuro. (Imagen: Aerocali)
Imagen de cómo se verá el aeropuerto en el futuro. (Imagen: Aerocali)
Imagen de cómo se verá el aeropuerto en el futuro. (Imagen: Aerocali)
Imagen de cómo se verá el aeropuerto en el futuro. (Imagen: Aerocali)
Imagen de cómo se verá el aeropuerto en el futuro. (Imagen: Aerocali)
Así se vería la zona de mostradores del nuevo terminal internacional. (Imagen: Aerocali)
Imagen futura de la zona de mostradores en la actual terminal. (Imagen: Aerocali)
Imagen futura de la actual zona de comidas y sala de espera general. (Imagen: Aerocali)
Imagen futura de zona de filtros de seguridad. (Imagen: Aerocali)