Boeing ha confirmado que a partir del 1º de enero de 2020, suspende la producción del B737 MAX a la espera de una nueva certificación.
La decisión busca priorizar los esfuerzos para devolver de manera segura al B737 MAX, pero revela mayor incertidumbre al programa.
Boeing ya había considerado suspender la producción de 42 aviones por mes, pero su confianza en una pronta nueva certificación había determinado no considerar dicha opción. Hasta octubre, el fabricante mostraba que eso todavía podría ser factible y distintas autoridades de aviación instaban a los países involucrados en el proceso de validación del avión a entregar todos los requerimientos necesarios para que se hagan las modificaciones que se requieran y sean debidamente certificadas.
A fecha de hoy, existen aproximadamente 400 B737 MAX almacenados en las instalaciones, incluso en lugares poco convencionales como estacionamientos de automóviles de la fábrica de Renton. Sin más aviones a construir, informa que una vez que se obtenga la certificación se priorizarán las entregas antes de reanudar la producción.
“Devolver de manera segura el B737 MAX al servicio es nuestra principal prioridad. Sabemos que el proceso de aprobación del retorno al servicio del B737 MAX y determinar los requisitos de capacitación adecuados debe ser extraordinariamente exhaustivo y sólido para garantizar a nuestros reguladores, clientes y público en general que tengan la confianza en las actualizaciones”, dice Boeing en una declaración. “Como hemos dicho anteriormente, FAA y las autoridades reguladoras globales determinan el cronograma para la certificación y el retorno al servicio. Seguimos totalmente comprometidos en apoyar este proceso. Es nuestro deber asegurarnos de que se cumplan todos los requisitos y se respondan todas las preguntas de nuestros reguladores”.
Además de la Administración Federal de Aviación (FAA) de los Estados Unidos, Boeing trabaja con las autoridades aeronáuticas de Australia (CASA), Brasil (ANAC), Canadá (TCCA), China (CAAC), Emiratos Árabes Unidos (GCAA), Indonesia (DGBA), Japón (JCAB), Singapur (CAAS), y la Unión Europea (EASA). La decisión de trabajar en conjunto con autoridades aeronáuticas de otros países en un proceso de certificación y un grado mayor de involucramiento, ya representa un golpe importante en la confianza hacia un proceso que antes era de exclusividad de Estados Unidos.
Si bien se menciona 2020 como el año del retorno del MAX, Boeing reconoce que no tiene una fecha exacta para ello y menos para retomar la producción. En ese sentido, explica la mayor injerencia de las autoridades aeronáuticas en el programa, en especial de la FAA.
Con 10 meses en tierra, el fabricante estadounidense considera que la decisión es la menos perjudicial para mantener la producción en el futuro, así como toda la cadena de suministro. La construcción de los 400 aviones que están almacenados, había permitido a los distintos proveedores recuperar el ritmo de producción afectado antes de la paralización tras el accidente de Ethiopian.
Según Boeing, la decisión de paralizar la producción del B737 MAX responde a una serie de factores entre los cuales están la extensión más allá de lo previsto del proceso de certificación, las condiciones para su regreso al servicio, las aprobaciones de los cursos para el entrenamiento de las tripulaciones y la importancia de garantizar las entregas de aeronaves almacenadas, una vez que se cumplan los aspectos mencionados.
Boeing estima que la crisis del B737 MAX le continuará generando un impacto financiero importante. Fuentes extra oficiales cifran en alrededor US$10 mil millones de los cuales la mayoría serían para pagar compensaciones a los operadores. Desde la fábrica indican que por el momento no se proporciona información financiera relacionada con la suspensión de la producción la que será entregada en los resultados del cuarto trimestre (4Q2019) a fines de enero próximo.
Durante el tiempo en que la producción permanezca detenida, no se prevén despidos de los casi 12.000 empleados de la planta de Renton donde se fabrica el B737 MAX. Sin embargo, esto no puede asegurarse ya que depende del tiempo de que el avión vuelva al servicio y luego se retome la producción. “Es nuestro plan que los empleados afectados continúen con el trabajo relacionado con el 737 o sean asignados temporalmente a otros equipos”.
La crisis del B737 MAX es una de las más significativas que enfrenta Boeing en su historia y también golpean a toda la industria de la aviación, por las consecuencias que produce en los operadores, la cadena de producción y también ante los desafíos de nuevos proyectos aeronáuticos, en especial cuando se decide continuar evolucionando modelos desde células más antiguas. Si bien hay confianza de que el fabricante estadounidense saldrá delante de esta situación coloca una presión adicional al periodo de transición que vive el transporte aéreo con la introducción de aviones y equipamiento de nueva generación.
Artículo: Ricardo J. Delpiano – desdeSCL.com
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