En una mañana muy despejada del día miércoles 21 de octubre de 1981, a eso de las 6:59 a.m. el Capitán Juan Manuel Bejarano despegó del aeropuerto Olaya Herrera de Medellín en un Curtiss C-46 de la empresa Aeropesca.
En la cabina de mando lo acompañaba el Capitán Javier Rojas como copiloto, junto con los mecánicos Luis Palacios y Pánfilo González. También a bordo se encontraba Carlos Fernando Gaona, Gerente Regional de la base de la aerolínea en Medellín; y cuatro pasajeros, dos hombres que se identificaron como técnicos de CORELCA, la Corporación Eléctrica de la Costa Atlántica, quienes viajaban en compañía de sus esposas que completaban la lista de ocupantes del avión. El vuelo había sido originalmente programado para el día anterior, pero el avión no alcanzó a llegar a la hora prevista antes del cierre reglamentario del aeropuerto en horas de la noche.
Ese día se había organizado un Paro Cívico Nacional y las principales ciudades del país estaban bajo estricta vigilancia militar. El presidente Julio Cesar Turbay había llamado a los colombianos a mantener la paz durante la jornada, ante la amenaza constante de los grupos subversivos.
El Curtiss C-46 de Aeropesca pintado con sus resplandecientes colores naranja aceleraba su carrera de despegue y ascendía para remontar los obstáculos de la cordillera y se dirigía hacia el municipio de Guarne al este de Medellín. Pronto alcanzó su altura de crucero de 9.500 pies sobre el nivel del mar. Los técnicos de CORELCA habían fletado el vuelo para llevarlos primero a Barranquilla, donde recogerían unos elementos y cables telefónicos de la compañía para llevarlos luego a Bahía Solano en la costa pacífica colombiana en el Chocó y luego de regreso a Medellín. La compañía CORELCA había utilizado los servicios de Aeropesca en varias ocasiones así que no tenía nada de extraordinario que se hubiera programado un servicio más y siguiendo la misma ruta que se había solicitado en el pasado.
Foto: Jaime Escobar tomada en Eldorado
Ochenta minutos después del despegue, cuando el HK-388 volaba normalmente sobre el radiofaro de San Marcos, rumbo a Barranquilla, el Capitán reportó por radio una emergencia debido a una falla técnica en el motor número 1. De igual manera reportó que llevaba suficiente combustible para seguir volando por cinco horas… La Torre de Control del aeropuerto Olaya Herrera, contestó al llamado de emergencia y envió los procedimientos reglamentarios a seguir. En ese instante, el radio de la aeronave dejó de funcionar… y se silenció totalmente. Ante la falta de respuesta a los múltiples llamados de la Torre de Control, al poco tiempo se declaró el avión en emergencia y se activaron los protocolos de búsqueda y rescate.
Cabina del Curtiss C-46 de Aeropesca – Foto Diario El Tiempo
La Patrulla Aérea Civil, así como la Fuerza Aérea Colombiana fueron notificadas del caso y de inmediato se enviaron varios aviones para rastrear el área desde Caucasia a San Marcos y más allá… las noticias de la desaparición del avión fueron difundidas por todos los medios de comunicación. Se esperaba un pronto desenlace para confirmar el accidente de la aeronave; inclusive se alcanzó a publicar una posible localización del siniestro.
Pronto los directivos de Aeropesca contactaron a las oficinas principales de CORELCA para avisarles de la situación, y cuál fue la sorpresa que se llevaron, cuando se enteraron que CORELCA nunca había contratado dicho vuelo y no tenían conocimiento de quienes podrían ser las personas que se habían identificado como técnicos de la empresa.
Al día siguiente, hacia las 11 de la mañana, llegaron las primeras informaciones de unos indígenas que reportaron que la aeronave había sido encontrada flotando sobre un banco de arena en el caudaloso rio Orteguaza, cerca de la base aérea de Tres Esquinas en el Departamento del Caquetá. Esto es a una distancia aproximada de 930 millas de su supuesto destino final en la costa colombiana.
Curtiss C-46 de Aeropesca flotando sobre el río – Foto Diario El Tiempo
El Ministerio de Defensa fue informado del hallazgo de la aeronave y todas las sospechas apuntaban a un secuestro por parte de uno de los grupos guerrilleros que operaban en esa región del sur del país. Esa misma tarde, un equipo de rescate y técnicos de la Aeronáutica Civil, acompañados por periodistas y camarógrafos volaron hasta el aeropuerto de Neiva donde pasarían la noche. Al día siguiente al amanecer volaron a la base aérea de Tres Esquinas, donde les esperaba una lancha rápida de la Armada Nacional que los llevaría rio arriba hasta el sitio donde reposaba la aeronave. El Ejército Nacional ya se había desplazado a ese lugar y resguardaba el aparato. Nadie había sido autorizado para acercarse hasta que los técnicos de la Aeronáutica Civil pudieran hacerlo. Al inspeccionar el avión se encontró que estaba totalmente vacío, y se le habían retirado piezas claves de navegación como el radio, extinguidores y el equipo de primeros auxilios, entre otros. No había rastros ni de la tripulación ni de los otros ocupantes. El avión presentaba averías importantes que demostraban que había sufrido impactos de gravedad al tocar la superficie del agua y el banco de arena. A esas horas había subido el nivel del rio y el avión estaba casi inundado en su interior.
Al inspeccionar con más detenimiento el interior de la aeronave, se encontraron rastros de una caja de cartón con una inscripción que claramente demostraban que se habían transportado armas y municiones que habían sido empacadas en la ciudad de Colon en Panamá. También se encontró un documento similar a un plan de vuelo que indicaban “Salida 7:00 a.m. Destino: Guajira” Inmediatamente se informó de la posibilidad de que la aeronave había sido secuestrada y obligada a volar a algún sitio en el departamento de la Guajira a recoger un cargamento de armas y municiones. En esa región del país había innumerables pistas de aterrizaje no controladas y muchas clandestinas, donde una aeronave de este tamaño podía aterrizar y despegar nuevamente con su capacidad completa de carga, sin ninguna restricción.
Plano del Curtiss C-46 de Aeropesca – Foto Diario El Tiempo
Las investigaciones preliminares parecían indicar que la aeronave había aterrizado en la Guajira, donde había sido repostado de combustible, para luego volar a algún sitio en el Choco o inclusive en Panamá donde posiblemente se embarcó el cargamento de armas, para luego volarlo al sur del país.
El 26 de octubre el gobierno de la Republica de Panamá negó rotundamente que el avión hubiera entrado a su espacio aéreo sin ser detectado, al mismo tiempo que se quejó contundentemente ante los medios de comunicación por haber involucrado a su país en el mercado ilegal de armas, sin ningún fundamento. Ese mismo día, el grupo guerrillero Movimiento 19 de Abril – M-19 se adjudicó la autoría del secuestro y el éxito de la misión: el armamento había sido adquirido en Panamá y enviado por barco a la Guajira, donde fue embarcado en el avión secuestrado para llevarlo a su destino.
El HK-388 efectivamente había volado hacia el sur del país a muy baja altura, sin ser detectado por los radares, y esquivando pasar cerca de la base aérea de Palanquero hasta llegar al Caquetá. El vuelo duro más de cuatro horas y media y el piloto fue obligado a tocar tierra en un sitio determinado, pero finalmente optó por efectuar un acuatizaje de emergencia y el avión termino deteniéndose bruscamente en un banco de arena en el rio Orteguaza. Muy cerca un grupo de guerrilleros esperaban ansiosos su preciada carga. Pronto se acercaron varias canoas con guerrilleros que sin perder tiempo descargaron el avión antes de que se hundiera. Ya era el atardecer y tanto la tripulación como los técnicos y el gerente de Aeropesca fueron retenidos por los guerrilleros e internados en la selva hasta llegar a uno de sus campamentos.
Vista Lateral del Curtiss C-46 de Aeropesca flotando sobre el río – Foto Diario El Tiempo
Varios días después del incidente, y ante la angustia de los familiares de los ocupantes del avión, el Capitán Bejarano envió una grabación dando parte de la hazaña y de su estado de salud en poder del M-19. Así los medios de comunicación informaron que tanto la tripulación, como los mecánicos y el gerente de la compañía se encontraban bien de salud. Pasaron 18 días desde el acuatizaje cuando los tripulantes del avión fueron encontrados por las fuerzas militares a pocos kilómetros de la base aérea de Tres Esquinas, donde estuvieron siendo interrogados antes de poder regresar a sus hogares.
Las autoridades aeronáuticas y la Fuerza Aérea Colombiana todavía no comprenden como un avión de ese tamaño pudo efectuar un vuelo de esas características y atravesar el territorio colombiano sin ser detectado. De igual manera, el Director de la Aeronáutica Civil en ese entonces, Álvaro Uribe Vélez, suspendió el permiso de operación de la empresa Aeropesca por violación de varios reglamentos aeronáuticos vigentes, contraviniendo normas de seguridad, entre ellos el transporte de pasajeros en un vuelo de carga. El día del secuestro no había presencia militar en el aeropuerto Olaya Herrera, pues las tropas estaban acantonadas en espera de alguna orden de actuar, en caso de que hubiera disturbios en la ciudad a causa del paro cívico.
El Capitán Juan Manuel Bejarano, comandante del HK-388 era un experimentado piloto formado en la Fuerza Aérea Colombiana y de la cual se había retirado años atrás. Cuando tenía el grado de Teniente en la FAC cumplió una heroica labor, junto con otros compañeros en el rescate de quienes quedaron atrapados en los pisos superiores del Edificio de Avianca, en el centro de Bogotá que se incendió el 22 de julio de 1973. El oficial formaba parte de la tripulación de uno de los helicópteros enviados desde la base aérea de Melgar para colaborar junto con los aparatos de Helicol, para recoger a las personas que se encontraban en la terraza del edificio para llevarlos a salvo a la Plaza de Bolívar. Un total de 230 personas fueron rescatadas en esa ocasión. Desde su retiro de la FAC, el Capitán Bejarano se dedicó a volar en diferentes empresas comerciales hasta llegar a Aeropesca. Hacía algunas semanas había fundado la empresa AEROSOL junto con su socio Hernando Suarez y estaba en el proceso de adquirir el HK-388 que a la fecha seguía afiliado a la empresa Aeropesca.
Tripulación de mando del Curtiss C-46 de Aeropesca – Foto Diario El Espectador
Después del incidente del rio Orteguaza el Capitán Bejarano pasó a ser el piloto del helicóptero del Ministerio de Transporte y tiempo después, en abril de 1999 le contó su odisea la Revista Semana:
“Yo he tenido muchas emergencias pero nunca había sentido tanto miedo como el que sentí ese día. Eso fue muy duro. Minutos después de despegar del aeropuerto de Medellín, uno de los hombres saco una pistola, me apunto a la cabeza y dijo: “A partir de este momento yo soy el comandante del avión”. Luego me ordenó reportar a la torre de control que avión estaba en emergencia y después me hizo apagar el radio y el transponder. Volamos durante cerca de dos horas y luego comenzamos a buscar una pista clandestina para aterrizar. Estaba cerca de Dibulla, en la Guajira. Al aterrizar, el avión se enterró, porque la pista no tenía recebo. Les tomó dos horas desenterrarlo con la ayuda de otros guerrilleros que los estaban esperando y después comenzaron a cargarlo con las armas. Yo calculé que debía tener una y media tonelada de sobrepeso y les dije que así no podía despegar. Ellos decidieron dejar un poco de munición y apuntándome otra vez a la cabeza me ordenaron despegar. El avión levanto difícilmente y se golpeó contra la copa de los árboles, se mantuvo rasante sobre el mar y luego comenzamos a ascender en dirección al sur del país. Cruzamos las cordilleras por instrumentos y yo pensaba que por el sobrepeso nos íbamos a estrellar contra las montañas. Al entra en la región del Caquetá me ordenaron aterrizar en una pista, pero era demasiado corta y yo les dije que allá no podíamos bajar. A un costado se veía el rio Orteguaza, entonces les dije que la única alternativa era realizar un acuatizaje sobre el rio porque ya estaba oscureciendo. Ellos estuvieron de acuerdo y me ordenaron bajar encañonado por la espalda. El avión cayo pesadamente, reboto contra el agua y luego freno muy fuerte. Todos comenzamos a salir por el techo del avión porque estaba comenzando a hundirse y no se incendió de milagro”.
Años después se supo toda la verdad de la actuación de los dirigentes del M-19 y su responsabilidad en este acto de interferencia ilícita y el tráfico ilegal de armas. El avión aterrizó en la pista clandestina denominada Willy en la Guajira, procedió hacia el sur del país en busca de la pista de Larandia en el Caquetá, que fue la que el Capitán Bejarano pensó que era muy corta y por eso decidió hacer una maniobra de acuatizaje sobre el rio Orteguaza. Eran las 6:20 de la tarde el 21 de octubre de 1981.
Nota del Autor:
Este episodio está narrado con lujo de detalles en el libro “El Karina” del escritor colombiano German Castro Caicedo.
Antecedentes del HK-388
El Registro Aeronáutico Nacional demuestra que el avión Curtiss C-46A-35-CU Comando con serie 26796 fue construido en 1944 para la Fuerza Aérea de los Estados Unidos con matrícula 42-3663. Estaba equipado con dos poderosos motores de pistón Pratt & Whitney R-2800-51. Fue importado a Colombia por el señor José J. Ramírez para su empresa Aerovías Trans Colombia en 1946. Luego fue vendida a la Pearl Island Corporation, quien a su vez lo vendió a la sociedad Aeronacional Ltda. Luego pasó a Aerovías del Llano en Villavicencio a mediados de los años 50 quienes lo vendieron a la empresa LIDCA. Luego voló con la empresa SAM con sede en Medellín, quienes lo vendieron finalmente a Aeropesca (Aerovías de la Pesca y Colonización del Suroeste Colombiano) en 1965. En el momento del incidente en 1981, estaba en trámite la venta del avión al Capitán Bejarano y su socio, para su empresa AEROSOL.
Autor: Jaime Escobar Corradine – Julio de 2016