Korean Aerospace Industries vuelve a FIDAE, pero esta vez con un avión diferente y un mercado ya ganado. El KAI KT-1 que está en exhibición en Chile es uno de los que ya opera la Fuerza Aérea Peruana y con su presencia marca territorio en el campo de entrenadores avanzados para Latinoamérica.
En la versión de 2012 de FIDAE, KAI presentó una completa exhibición del T-50 y su derivado de ataque liguero TA-50. Un avión jet pensado para entrenamiento avanzado y combate que espera reemplazar las flotas similares en la región y que pronto estarán saliendo de servicio.
Dos años después, Corea del Sur ahora cuenta con un negocio convertido en realidad y que sigue en marcha para otro de sus productos: el entrenador avanzado turbohélice KAI KT-1; luego de que en el 2012 la Fuerza Aérea Peruana y el fabricante llegaran a un acuerdo para la adquisición de 20 unidades de este avión.
Pero no se trata solo de la compra del equipo; el acuerdo incluye importante transferencia tecnológica. La FAP, a través del Servicio de Mantenimiento SEMAN ubicado en Las Palmas, construye 16 de esas 20 unidades, lo que significa un impulso importante para la industria aérea peruana, pero también un gran avance en el proceso de introducción del mercado de los productos de KAI.
Si bien no se trata del primer acercamiento entre las dos naciones en materia aeronáutica, toda vez que ya en el 2010 Corea del Sur entregó ocho aviones de combate A-37 al Perú, sí significa un paso amplio para la recuperación de una industria aeronáutica que vivió años dorados en la construcción de aeronaves.
306 componentes por avión se construyen en el Perú y el KT-1, apodado “Torito” en el país latinoamericano, estará operando en misiones de entrenamiento avanzado. El avión tiene también cinco puntos duros que le dan un rango de ataque ligero.
Es un avión muy similar a otros que ya vuelan en la región: el Tucano de Brasil es el más emblemático de ellos, con los PC-7 y PC-9 suizos que alcanza ya varios años de operación. En el año 2014 se presentó además en FIDAE el Beechcraft AT-6 Texan II, un avión que entra en el mismo nicho de mercado y que también ha estado presente en otros eventos aéreos de la región.
La competencia se ve fuerte por ver quién gana más terreno en materia de entrenadores avanzados turbohélice. Los jets ligueros, como el T-37, A-37 y similares, muy populares en Latinoamérica, parecen no ser la opción para estas fuerzas aéreas, decantándose por aviones turbohélice que, si bien cuentan con excelentes cualidades operativas, no tienen la potencia y capacidad que podría ofrecer un jet, pero sí un costo operacional y de adquisición menor.
La transferencia tecnológica entre KAI y la FAP es un punto común a muchos de los actuales negocios entre constructores y clientes. No se trata solo de vender el avión, se trata también de ofrecer al cliente las herramientas para desarrollar su propia industria aeronáutica; un fenómeno casi impensable años atrás, pero que hoy permite que Corea del Sur ya tenga uno de sus productos en Latinoamérica.
Una radiografía rápida de este sector en Latinoamérica muestra a México operando PC-7, PC-9 y AT-6, Guatemala, Uruguay y Bolivia volando PC-7, Colombia, Chile y Ecuador con el Embraer Super Tucano, Venezuela, Paraguay y Argentina con el Embraer Tucano, Perú con los Tucano y KT-1 y, casi que saliendo de competencia, Brasil con sus productos nacionales Tucano y Super Tucano.
¿Hay espacio para nuevos aviones similares?, pensando en necesidades de renovar algunas de estas flotas y en posibilidades de transferencia tecnológica, existe un margen de negociación que también se ve tocado por la cercanía diplomática entre las naciones y la cercanía geográfica. El hecho de que, por ejemplo, Guatemala llegase a considerar los AT-6 en favor de los Super Tucano dada la cercanía geográfica con los centros de mantenimiento mexicanos del Beechcraft, da un ejemplo de ello.
KAI y su KT-1 son un ejemplo, sin embargo, de que las fronteras van mucho más allá. Sin duda la transferencia tecnológica se ha convertido en un argumento de gran peso en este tipo de negociaciones y hasta el momento lo que muestra la realidad es que los coreanos del sur han sabido aprovecharlo con sus aviones ya volando en Latinoamérica.
La FAP desplegó dos aviones KAI KT-1P en FIDAE de registros 427 y 433 pintados en esquemas de colores diferentes: uno de ellos con el tradicional naranja y blanco de los escuadrones de instrucción de la FAP, otro con un esquema camuflado.
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