El Capitán Ernesto Recamán Saravia; nacido en Bogotá el 21 de junio de 1916 y casado con Isabelita Vieira, una de las primeras cabineras de Avianca; era uno de los últimos pioneros de nuestra aviación que aún podía transmitirnos de viva voz sus experiencias de vida durante tantos años dentro del medio. Su recuerdo continuará vivo dentro del gran libro de la historia aeronáutica colombiana.
Como cadete de la Escuela Militar de Cadetes del Ejército Nacional, el Capitán Recamán solicitó su ingreso a la Escuela Militar de Aviación, de la que se graduó como piloto militar del curso número 12 en el año de 1.938.
Testigo de primera mano de las incidencias de la aviación militar colombiana de ese entonces, al lado de otros grandes pioneros como Rafael “El Conejo” Valdés Tavera, Héctor Materón, Fabricio Cabrera o Alberto Pawels; el entonces Teniente Recamán vivió desde la cabina de su aeronave sucesos de gran trascendencia para la aviación colombiana, como los acontecidos el 24 de julio de 1.938. A bordo de su avión Curtiss Falcon F-8, vio cómo el Teniente César Abadía sufría un grave accidente que se convertiría en uno de los hechos más trágicos de la aviación en nuestro país: la tragedia de Santa Ana.
Retirado de la aviación militar, el Teniente Recamán viajo a los Estados Unidos y se vinculó como piloto instructor en la academia de aviación Polaris Flight Academy. Pasaría luego a Pan American Air Ferries, pero la Guerra en Europa obligó a que regresara al país en 1942, año en el que se vinculó como piloto a Avianca.
Volando aeronaves Ford Trimotor y Douglas DC-3, el Capitán recorrió las extensas tierras colombianas, hasta que un infortunado incidente en enero de 1.945 lo llevó de nuevo a los Estados Unidos para tratar las heridas que le provocó en su rostro un ave que chocó contra el parabrisas de su DC-3 cuando se aproximaba a Barranquilla.
A su regreso a Colombia, el Capitán Recamán, en compañía de otros pioneros como el Ingeniero Mauricio Obregón, fundó la Limitada Nacional de Servicio Aéreo LANSA, un esfuerzo conjunto por crear una fuerte aerolínea totalmente colombiana. Gracias al trabajo de todos sus empleados, LANSA se convirtió rápidamente en la segunda aerolínea más grande Colombia después de Avianca, al punto de obtener resultados tan sorprendentes, que el tráfico de pasajeros en nuestro país prácticamente se duplicó y creció en porcentajes mucho mayores a los que había vivido en los años anteriores a la constitución de LANSA.
En 1.954 la aerolínea es absorbida totalmente por Avianca y el Capitán Recamán inicia una serie de negocios personales en áreas como la exportación de maderas y la promoción de viajes turísticos. Sin embargo, su legado y recuerdos en la aviación colombiana permanecieron siempre presentes.
En años recientes, y con el apoyo del Capitán (r) Rafael Torres y un grupo de entusiastas y colaboradores, el Capitán Recamán sirvió como gran impulsor del proyecto de la Base Réplica de la Primera Escuela Militar de Aviación, construcción ubicada en el aeropuerto Santiago Vila de Flandes y que recrea los edificios e infraestructura presentes en la primera escuela de aviación militar ubicada en aquella población en 1.920. Este importante proyecto busca preservar el legado de los primeros aviadores militares de nuestro país a través de un museo.
El fallecimiento del Capitán Recamán llena de tristeza al mundo aeronáutico colombiano, pero su recuerdo y legado en el desarrollo e impulso de nuestra aviación, quedan como huella imborrable de la historia de nuestro país. Ahora que ha comenzado su último viaje, queda por decir: ¡buen vuelo Capitán!
Imagen tomada de: Recordando a LANSA
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