En 1978 cuando tenía escasos 14 años, un jovencito francés llamado Didier Pinçon visitó por primera vez el aeropuerto internacional Charles de Gaulle en las afueras de Paris. Iba de la mano de su Padre que le había llevado a mirar aviones desde las terrazas, y esta era, desde pequeño, su verdadera pasión. Y cuál no sería su sorpresa cuando divisó el nuevo avión Jumbo 747 de Avianca, resplandeciente en sus colores rojo y blanco. Era el HK-2000 y desde entonces quedo enamorado de ese avión, pues pensó que era el avión más hermoso que nunca había visto.
Años mas tarde, Didier tuvo la fortuna de conseguir un trabajo en el aeropuerto Charles de Gaulle con la compañía Elitair Maxime’s que atendía las salas ejecutivas y restaurantes en la terminal y salas de espera del aeropuerto. Didier se sentía feliz de estar cerca de los aviones y muy afortunado pues tres veces por semana tenía la oportunidad de ver el 747 de Avianca cuando cumplía los vuelos AV 010/011. El primer Jumbo que adquirió la compañía fue el HK-2000, llamado “Eldorado”, y que llevaba el nuevo logo de las iniciales AV estilizado en la cola, seguido unos años después por el segundo, el HK-2300 “Cartagena de Indias” que ya vino con los colores revisados con la palabra Avianca en la cola.
Avión Boeing 747-259BM, matriculado HK-2980-X, fotografíado en el aeropuerto de Madrid-Barajas. El avión es similar al que protagonizó el accidente de Mejorada del Campo. (Foto: colección Didier Pinçon)
En 1982, Didier vio por primera vez el tercer Jumbo, el HK-2910-X que lo llamaban los empleados y tripulaciones de Avianca cariñosamente “Olafo”, pues había sido adquirido en Noruega de la compañía escandinava SAS. Fue también una grata sorpresa ver este nuevo avión, que además tenía la particularidad que tenia turbinas P&W JT9D-70A, diferentes a los otros dos. Inclusive, solo 9 aviones en todo el mundo tenían este tipo de turbinas.
Avión Boeing 747-283BM, matriculado HK-2910-X, protagonista del accidente en Mejorada del Campo, fotografiado en 5 meses antes del accidente en el aeropuerto Schiphol de Amsterdam (Foto: Michel Gilliand, colección de Didier Pinçon)
Pero en noviembre de 1983, un fin de semana cualquiera, ocurrió un acontecimiento muy triste para la historia de la aviación en Colombia, y Didier estuvo ahí para contarlo. Era sábado, y esa tarde, como era costumbre, el vuelo llegó de Bogotá, Caracas y Madrid. El vuelo de regreso estaba demorado y los pasajeros que venían de Frankfurt fueron embarcados en un avión de Lufthansa para reunirse al avión y los pasajeros que abordaban en Paris para emprender su viaje de regreso a Madrid, Caracas y Bogotá.
Didier estaba ese día de turno en el Charles de Gaulle y por eso tuvo que atender a los pasajeros que se encontraban en la sala de espera. Él se acuerda perfectamente de la gente amable y sonriente que esperaba ansiosa la salida de su vuelo. Dice que conoció a gente muy agradable. Inclusive recuerda que a algunos de ellos les regaló unos lindos ceniceros de cerámica como recuerdo. Es como si fuera ayer que recuerda la cara y la sonrisa de los tripulantes a quien conocía personalmente…y claro, las Ruanas Rojas.
Después del retraso, era hora de embarcar y se despidió por última vez de toda esta gente, y pensó que a pesar de la larga espera, estaban curiosamente más alegres y sonrientes que de costumbre. Se cerró la puerta de embarque y Didier vio como el avión se alejaba de la posición de parqueo para iniciar el viaje de regreso a Colombia. Didier, cumpliendo su jornada de trabajo, se retiró para cerrar su turno y dirigirse a su casa a descansar. No vio el avión cuando se desplazaba a gran velocidad para despegar por una de las pistas del Charles de Gaulle.
Al día siguiente muy temprano, de regreso al aeropuerto como todos los días, prendió el radio de su automóvil para escuchar las noticias. En ese instante se enteró que el avión de Avianca, el HK-2910-X se había estrellado en las cercanías de Madrid minutos antes de aterrizar en el aeropuerto de Barajas. Ya se escuchaban los más espeluznantes detalles de la tragedia, del estallido, de las decenas de muertos, de los sobrevivientes, de las sirenas, de los rescatistas, de las autoridades, del caos y desasosiego que reinaban en el aeropuerto de Madrid. Didier se quedó paralizado al pensar que solo una hora y cuarenta minutos después de haber despedido a los pasajeros del avión, aparentemente casi todos habían fallecido.
Primera página del periódico El Tiempo del 27 de noviembre de 1983 (Imagen: colección Jaime Escobar)
Inmediatamente se dio cuenta que ¡él había sido una de las últimas personas que vio a los pasajeros y tripulantes con vida! Para él fue un golpe muy fuerte y duró mucho tiempo en entender lo que había vivido y mucho tiempo más en sanar lo que él considera el mayor dolor de su existencia. El hecho fue que este evento marcó de por vida su personalidad y ha sido muy duro para él tratar de olvidar. Después de 27 años, Didier asegura que se acuerda y piensa en esas personas todos los días de su vida. Los lleva en su corazón. Durante muchos años prefirió guardar silencio y le era muy difícil hablar del tema.
Portada de la revista Cromos del 6 de diciembre de 1983. (Imagen: colección Jaime Escobar)
El hecho es que el accidente del Jumbo de Avianca en Mejorada del Campo en las afueras de Madrid, se convirtió en el peor desastre aéreo de la historia de la aviación colombiana. Hasta entonces era solo el quinto accidente en el mundo donde el infalible Jumbo 747 se veía involucrado. Fallecieron 183 pasajeros, incluyendo la tripulación de cabina y de mando y milagrosamente se salvaron once pasajeros, ¡entre ellos cuatro miembros de una sola familia! El accidente estremeció a Colombia y al mundo entero. Además de la tripulación colombiana venían a bordo grandes personalidades de la vida nacional, de las artes y de las letras de todo Latinoamérica. Venían músicos y catedráticos, políticos y estudiantes. Inclusive venían cinco parejas suecas que estaban en el proceso de adoptar bebes colombianos dispuestos a ofrecerles una mejor vida a esos niños. Fue realmente un acontecimiento atroz. Además era vísperas de Navidad y todas esas familias tuvieron que pasar una temporada muy triste.
Didier vive en Granville, Francia, junto con su esposa y su hijo adolescente. Granville es un pueblito pintoresco sobre el mar en la costa de Normandía, distante 300 kilómetros de Paris.
En la actualidad Didier mantiene contacto con la familia francesa que sobrevivió milagrosamente al accidente y con una señora italiana cuyo marido también falleció en el siniestro.
Hace tres años Didier está dedicado a investigar e indagar en documentos y publicaciones para escribir un libro contando su historia y la historia del vuelo que desencadenó en esa tragedia. Desde hace tiempo colecciona todo lo referente a los Jumbos de Avianca y esa época dorada de la aviación en colombiana. Su propósito, junto con las familias involucradas, es el de erigir en la localidad de Mejorada del Campo un pequeño monumento con el nombre de las personas que fallecieron ese fatídico 26 de noviembre de 1983. Este proyecto será financiado con el producido de la venta de su libro y mediante donaciones privadas. Aviacol.net se une a este esfuerzo y desea a Didier el mayor de los éxitos en conseguir el dinero necesario para realizar este pequeño monumento en honor a las personas que él conoció y nunca olvidará. (En la fotografía: Didier Pinçon)
Jaime Escobar
Febrero del 2011
Febrero del 2011
Nota: Si desean comunicarse con Didier Pinçon, hágalo al siguiente e-mail en francés o en ingles: irene.girardeau@neuf.fr
Nota del editor: El accidente del Boeing 747 de Avianca en Mejorada del Campo, población ubicada a 21 kilómetros de Madrid, se produjo el día 27 de noviembre de 1983 a las 00:06 hora local, cuando el avión cumplía la ruta Frankfurt – Paris – Madrid – Bogotá en itinerario como el vuelo Avianca 011. A bordo de la aeronave, comandada por el Capitán Tulio Hernández con 35 años al servicio de Avianca, acompañado del Primer Oficial, Capitán Eduardo Ramírez y de los Ingenieros de Vuelo Juan Laverde y Daniel Zota, viajaban 169 pasajeros y 23 tripulantes, solo 11 pasajeros sobrevivieron, pero ninguno de los tripulantes.
El avión era un Boeing 747-283BM con serial de construcción 21381/311 que la compañía había alquilado a la aerolínea SAS en 1982 y cuya anterior matrícula fue LR-RNA. Es recordado como el peor accidente aéreo en la historia de la aviación colombiana, en el que además perecieron la crítica de arte Marta Traba, su esposo, el escritor uruguayo Angel Rama, la parlamentaria liberal Ana Sixta de Cuadros, y los pintores Jairo Tellez y Tiberio Vanegas.
La investigación del accidente concluyó que se debió a un error por parte de la tripulación, al no seguir las indicaciones de la carta de aproximación publicada para el aeropuerto, descendiendo por debajo de los niveles mínimos para el terreno que sobrevolaban, colisionando así contra 3 colinas sucesivamente.
Es una tragedia que muy difícil olvidaremos
Desafortunadamente también falleció el gran escritor mexicano Jorge Ibargüengoitia.
Yo creo que el copiloto tenia dislexia, al leer la carta de navegación, al dos casi siempre le sigue el tres pasa mucho al contar los números es muy fácil caer en esta equivocación