- Mar Ene 05, 2010 7:29 pm#23125Saludos
Después de dos semanas de vacaciones, en las que no me conecté a internet para no correr el riesgo de encontrarme un correo de mi jefe, vuelvo al foro. Les cuento que probé aires en la cacareada ruta FLL-BOG-FLL. Lamentablemente estoy sin cámara y por ello no puedo tener un reporte «como Dios manda», pero les voy a contar mis impresiones generales.
Salí de FLL el Domingo 20 de Diciembre de 2009 y volví el año siguiente (dos semanas después) el 3 de Enero de 2010. Desde el aeropuerto, apenas llegué a hacer la fila del check in, uno se da cuenta de que va para Colombia: fila un poco en desorden, grandes familias con grandes maletas, camsietas de Juan valdez y mochilas, aparte de la consabida manilla con la bandera (esto no tiene nada que ver con Aires, pero no me aguanté las ganas de comentarlo). El registro sin problema, el personal de la línea en el aeropuerto muy amable, todos conversando en colombiano. Lo único que no me agradó fue que el muchacho del counter no me preguntó nada acerca de la silla y juás, me zampó al pasillo sin que yo pudiera hacer nada para impedirlo.
Aunque el avión llegó cerca de 10 minutos después de lo programado, el despegue fue justo a tiempo. Me asignaron la silla 14D, detrás de la fila de la salida de emergencia del 737-700 HK-4623 (al que aún se le notan en la parte superior del ala derecha rastros de la X que antes llevaba). Junto a mi, en la misma fila, la señora Gladys y su hijo Fernando, de Cali, quienes hacía 9 años no iban a Colombia (esa vaina de que en 3 horas de vuelo uno llega a conocer la vida de los que van al lado de uno sólo pasa volando hacia Colombia). El pitch de la silla no me pareció malo, aunque tampoco excelente. Lo defino como estándar teniendo en cuenta que yo mido 1.72 y creo que estoy dentro del promedio en Colombia. El hecho de ir detrás de la salida de emergencia pudo haber influido un poco en esta percepción, pero en el vuelo de regreso lo corroboré.
El vuelo estuvo muy tranquilo, conversé con mis vecinos, leí un poco (llevaba «Conversación en la Catedral» de Mario Vargas Llosa, honestamente lo recomiendo, muy buen libro) y dormí otro tanto. A la hora del servicio, pasaron ofreciendo el menú. Básicamente lo mismo que se observa en el menú a San Andrés, pero en los Snacks incluian papas, yucas y arracachas (sí, ¡arracachas!) fritas, además de gaseosas en lata, con la opción de pagar en dólares o en pesos. El agua y el café si eran gratis. Yo no planeaba consumir nada (pues no llevaba efectivo jejejeje) pero mi vecina insistió (gracias, señora Gladys) y acabé probando las dichosas arrachas (se habían acabado las papas y las yucas) y bebiendome una colombiana (¡la nuestra! jejejeje). El aterrizaje, en la 13R de ElDorado, fue excelente, el más suave que he sentido en mi vida. Aplausos por parte de los pasajeros (primera vez que veo que eso ocurra, nota uno que llegó a Colombia en una aerolínea colombiana [se nota la montañerada, dirá Airdrés]) y un saludo por parte del jefe de cabina, después de decir que nos quedaramso amarrados hasta estacionar: «...bienvenidos a Bogotá y ¡que viva Colombia!». Más aplausos y chiflidos, y mis vecinos de fila, nueve años sin ir a Colombia, se sueltan a llorar.
Inmigración veloz, pero tocó esperar muuuucho rato para recibir la maleta. El paso por aduanas tranquilo, como siempre, aunque cuando le entregué el formulario a la funcionaria de la DIAN ésta leyó mi nombre y de una vez dijo «¿quién es Rudy?» (¿Por qué carajos creen que Rudy es nombre de mujer?¡Es un nombre alemán, más masculino que cualquier Carlos o Roberto!) Al salir, en el momento de encuentro con mi mamá, hermanos y novia, veo dos pintorescos comités de recepción (ninguno para mí, por supuesto): una papayera entonando «El guayabo de la Y» y como 20 personas con una camiseta con la foto de Andrea estamapa en ellas (no se quién sería Andrea, pero veo que la familia y los amigos la quieren harto). De nuevo la montañerada, dirá Airdrés.
Dos semanas en Bogotá, familia, novia (no pude visitar amigos por ser tan exiguo el tiempo) Paseos por Zipaquirá y Boyacá, y llegó la triste hora del regreso. El sábado dos de Enero, por ser la última noche en Bogotá, me fui a callejear, y llegué al apartamento de mi hermano a la 1 de la mañana. Me levanté a las 3:45, me alisté y por no querer ser malaclase, decidí esperar a ver si mi hermano, quien me iba a llevar al aeropuerto, se levantaba con el bullicio. Pero él se levantó poco luego de las 4, hora a la que yo ya debía estar llegando al aeropuerto, puesto que el vuelo salía a las 07:20. Sin bañarse, apenas lavándose los dientes y echandose algo de perfume, y refunfuñando montones (el se levanta tarde y yo salgo regañado, esa vaina no tiene sentido alguno) nos fuimos los cuatro (mamá, novia hermano y yo). Llegamos a SKBO sobre las 5:00, una cola enorme en el mostrador de Aires. El sistema está muy lento hoy, me dijeron cuando llegué a registrarme, solo dos o tres personas llegaron más tarde que yo. Coincidencialmente, en este vuelo me encontré con una nena de ontería con quien había compartido también el vuelo anterior, y con quién conversé mientras esperabamos las maletas. Una vez con el pasabordo en la mano (luego de correr a un cajero a retirar dinero porque el pasaje que compre no incluía el impuesto de salida y éste solo se puede pagar en efectivo) pasé derechito a emigración, pues ya eran las 06:50. Veloz, pero no por ello menos sentida, despedida de mis acompañantes y corra. De nuevo cosas del nombre, con el hombrecito del DAS: «¿Rudy?¿Y eso por qué le pusieron ese nombre?» ¡Ese no es su problema, carajo! ¡Selle el pasaporte y ya, que para eso es que le pagan! (realmente le dije que ese era el nombre de mi papá, que es un nombre Alemán y que mi familia es de allá, cosa que no es cierta pero era para que dejara de joder).
Montones de revisiones casi obscenas. La seguridad disparado por aqullo de la bomba. Bueno, no me quejo, si de verdad con eso evitan que un loco vuele un avión, pero me quejo de que sigan fregando por tomar una fotico. El avión salió a tiempo, el mismo 737-700 HK-4623. Un buen día para volar, pocas nubes, mucho sol. Salimos por la 13L, pasando luego por Zipaquirá, Barrancabermeja y Barranquilla. Aunque no iba en ventanilla (silla 16C) pude echar la ojeada a lado y lado pa ver, desde lejos el Ruíz y la Sierra Nevada. Esta vez iba junto a mí una mona que ni les cuento, pero la nena era gringa (ahí si que hace falta un poco de montañerada) y el único instante en el que crucé palabra con ella fue para pedirle prestado el lapicero con el que llené las formas de inmigración y aduana. De nuevo un vuelo tranquilo, en el que pude comprobar que el pitch de las sillas es razonable (no será la mata de la comodidad, pero pa mi está bien).
Dormir y leer («Manual de Pintura y Caligrafía», del nobel portugués José Saramago, bastante interesnate también, aunque un poco más complejo que el de Vargas llosa, pero de lectura obligada para aquel que se sienta amante de la pintura). Al recibir el menú noté que los precios estaban listados ahora solo en dólares, le pregunté a uno de los auxiliares y éste me dijo que si, que ya no reciben pesos en este vuelo porque habia mucho problema con lo del cambio de moneda. Aparte de eso, las misma comidas y bebidas. Opté por un agua de cortesía, ya que esta vez, auque llevaba efectivo, solo eran pesos (y no iba señora Gladys alguna que me invitara unas arracachas jejejejeje).
A tiempo llegamos a FLL. Media hora antes de entrar a espacio aéreo estadounidense nos avisaron que una vez dentro de éste, los baños se cerrarían y todo el mundo debería permanecer en su asiento, así que si alguien debía ir al baño, lo mejor era hacerlo de una vez. Nada más decir esto, casi todos los pasajeros se levantaron al baño. Estoy seguro de que, sin esa restricción, nadie se habría levantado, pero bueno, esa es la sicología humana. Este aterrizaje no estuvo tan suave como el del viaje de ida, así que no es característica de todos los capitanes de Aires (según me comentó una de las auxliares, en el vuelo FLL-BOG iba un instructor, tal vez fue por eso). Hubo un conato de aplaudo (dos personas, unas tres filas detrás de la mía) pero la montañerada no se propagó por el avión esta vez. La inmigración en FLL si me pareció la cosa más lenta que he visto en la vida. Solo habian dos agentes atendiendo a los no ciudadanos/no residentes. Fue una buena hora ahí haciendo cola inoficiosamente. Ya una vez habia entrado por este aeropuerto, y la vaina no habia sido tan mala.
Un par de comentarios para cerrar, (y recompensar a quien se haya tomado la molestia de leer esta vaina tan larga):
Aires cumplió lo que me ofreció. Pasaje barato (a pesar de no ser el rebarato, pues se compró con dos semanas de antelación apenas), sillas suficientemente cómodas (pensé que iba a estar peor) y nada de retrasos. Por el laod del servicio a bordo no les critico ni los precios ni la variedad, peor creo que podría ganar espacio y ahorrar un poco de tiempo si hicieran algo similar a lo que hace Jetblue (pasar tomando pedidos antes y luego repartiendo en bandejas) en lugar de ir con los carritos por el pasillo.
Este es mi reporte, espero que no se hayan aburrido por la falta de fotos jejeje.
"Son las palabras, por supuesto, la droga más poderosa empleada por la mente humana" - R.Kipling
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