http://www.semana.com/nacion/nuevo-aero ... 674-3.aspx MARÍA JIMENA DUZÁN: Tomar un avión en El Dorado se ha convertido en una odisea desde que se iniciaron las obras de la nueva terminal. Pero ahora usted ha dicho algo que no teníamos claro los usuarios: que ese nuevo aeropuerto nos va a quedar chiquito. ¿Cómo llegamos a este absurdo?
FABIO VILLEGAS: Evidentemente, las cifras y las proyecciones sobre la demanda resultaron no ser correctas. Lo cierto es que hoy tenemos un proyecto de aeropuerto diseñado para 16 millones de pasajeros cuando ya, a estas alturas, estamos llegando casi a 20 millones. Probablemente, si el volumen de pasajeros sigue creciendo a una tasa del 8 por ciento, en diez años vamos a tener el doble de pasajeros. ¿Dónde los vamos a meter?
M.J.D.: Usted me está diciendo que esa congestión y ese mal servicio que se nos está prestando en El Dorado y que uno le achaca al trastorno que ocasionan las obras, puede empeorar, una vez se termine el aeropuerto?
F.V.: Lo que nos está sucediendo es que estamos sufriendo un poco las consecuencias del éxito derivado del crecimiento económico de los últimos años. Avianca, por ejemplo, ha venido creciendo a tasas de dos dígitos durante los últimos años. En 2010, el mercado doméstico creció a tasas cercanas del 30 por ciento. Todo eso está bien. Pero para esas cifras se necesita infraestructura y hoy ese es el principal obstáculo al desarrollo del sector aéreo en Colombia. Mire, a nosotros nos tocó hacer un ejercicio de ingeniería civil para poder sacar 300 metros cuadrados en el puente aéreo para ampliar la sala VIP, pero en El Dorado no tuvimos cómo hacerlo. Le estamos pagando a otra aerolínea para que nos reciba a los pasajeros para poder prestar un servicio relativamente aceptable. Para no hablar de las dificultades que tenemos en los salones de abordaje, en el tráfico de pasajeros en los corredores. Es una densidad que es inaceptable en un aeropuerto de una ciudad como Bogotá. Usted me dirá que se está construyendo un nuevo aeropuerto, pero la pregunta que yo me hago es esta: ¿es suficiente lo que se está haciendo?
M.J.D.: ¿Y qué es lo que usted propone para salir de este cuello de botella en el que nos metió la imprevisión de quienes tenían la responsabilidad en el gobierno anterior de hacer las cosas bien?
F.V.: No soy la persona indicada para plantear fórmulas que nos saquen de esta situación. Pero creo que el gobierno tiene que buscar un acuerdo con Opaín sobre cómo resolver el problema de crecimiento futuro de ese aeropuerto. Esto no aguanta diez años más. Y ese acuerdo hay que hacerlo ya.
M.J.D.: ¡Si nos demoramos dos años y medio en la discusión de la tumbada del edificio de El Dorado, no me imagino cuánto nos vamos a demorar discutiendo la ampliación de la nueva terminal que está en construcción!
F.V.: Yo he venido diciendo en los foros que hay un problema en la estructura de las concesiones aeroportuarias y no solo en la de El Dorado: están hechas para darle plata al Estado, pero no para construir una infraestructura que preste un servicio. Son concesiones fiscalistas. En la concesión del aeropuerto El Dorado no existen variables relacionadas con el nivel de servicio o el número de pasajeros. El contrato debería decir claramente que al concesionario se le obliga a construir equis número de metros cuadrados por número de pasajeros. Pero eso no está previsto y por eso cada nuevo metro cuadrado que hay que construir es una discusión contractual interminable, como la que se dio con la de si se tumbaba o no el edificio central del aeropuerto: ¡duramos dos años y medio en ese pleito, cuando era evidente que ese edificio tenía que ser derrumbado!
M.J.D.: No solo son concesiones fiscalistas, también están hechas para beneficiar al concesionario. Por la forma como quedó hecho el contrato, los señores de Opaín no solo reciben más prerrogativas económicas por cada metro cuadrado nuevo que requiera la obra, sino que han recibido mucha más plata de la que tenían prevista por cuenta del aumento de pasajeros, ya que por cada persona que pasa por El Dorado, el concesionario recibe un porcentaje, según lo estipula el contrato. Es decir, que con sello ganan y con cara también.
F.V.: No me voy a meter en esas honduras. Lo que sí sé es que ese no es un buen contrato ni para los pasajeros ni para las aerolíneas.
M.J.D.: Y pensar que el exministro de Transporte de Uribe, Andrés Uriel Gallego, sostiene todavía que esta nueva terminal de El Dorado es una de las concesiones que mejor le quedaron hechas…
F.V.: No conozco esa afirmación. Pero, por si acaso, le aclaro: mis reparos no tienen que ver con las características arquitectónicas del aeropuerto, las cuales pueden ser magníficas. Tampoco descalifico el aeropuerto como tal.
M.J.D.: ¡Pero si usted ha dicho que este es un aeropuertico!
F.V.: No, yo he dicho que es un aeropuerto chiquito para Bogotá, que es muy distinto. Evidentemente, el que se está construyendo es mejor que lo que hay hoy y seguramente este sería un aeropuerto muy bueno para una ciudad intermedia, pero es un aeropuerto chiquito para una ciudad como Bogotá.
M.J.D.: ¿Cuál ha sido la respuesta del gobierno a su propuesta de plantear una ampliación de la nueva terminal que se está construyendo?
F.V.: La Aerocivil está trabajando en una idea que es el Plan Maestro del aeropuerto. Entiendo que ya está por iniciarse y que las cifras que van a sustentar ese plan nos van a dar la razón a nosotros en el sentido de que este aeropuerto nos quedó chiquito. Si este es el camino para darle una solución al problema, pues bienvenido ese plan.
M.J.D.: ¿De quién es la culpa de las demoras que se están registrando en los vuelos, de las colas de aviones esperando en la pista a que les encuentren un puerto o un bus para bajar a los pasajeros? ¿De las aerolíneas? ¿De Opaín? ¿De la Aerocivil?
F.V.: Debido al incremento en el número de pasajeros, se ha aumentado también el número de vuelos que tenemos que atender en posiciones remotas. Es probable que en eso nosotros tengamos que mejorar. Pero el manejo del tráfico aéreo es responsabilidad de la Aerocivil. Nosotros hemos dicho que el aeropuerto El Dorado tiene dos pistas que se podrían manejar de manera mucho más eficiente. Y eso no es un capricho.
M.J.D.: ¿En qué estudios se basa para decir lo que está afirmando?
F.V.: En los estudios hechos por Iata que el gobierno de alguna manera ha venido recogiendo. En este momento se está a punto de iniciar con la Iata un proceso de control en el tráfico aéreo para tratar de recoger las mejores prácticas y optimizar la utilización que se hace de las dos pistas. En Bogotá, tenemos un promedio de 28 aterrizajes por hora, que es muy bajo con las cifras de la Iata, que señalan que este debería ser de 40 aterrizajes por hora. Si ese promedio se mejora, se aliviaría muchísimo el problema. Solo le doy un dato: el 50 por ciento de las demoras nuestras están originadas en problemas de tráfico aéreo en Bogotá. Eso nos ha obligado a aumentar los tránsitos entre vuelo y vuelo, lo cual implica menores horas de vuelo del avión y menor utilización de esos activos.
M.J.D.: O sea que usted no se metería en la construcción de una tercera pista, como lo ha propuesto el director de la Aerocivil, sino que optimizaría el uso de las dos que tenemos…
F.V.: Mire, yo a estas alturas no me opongo a nada de lo que se quiera hacer. Bienvenida una tercera pista, una segunda y una tercera terminal. Pero no creo que esa sea una solución para los temas de corto plazo y estos pasan por solucionar el problema contractual de la nueva terminal para adecuarla a las necesidades que exige el aumento del flujo de pasajeros, pero también tienen que ver con la necesidad de que a la Aerocivil se le aumente su presupuesto, contrate más controladores aéreos y tecnifique sus herramientas para poder optimizar la utilización de las dos pistas.
M.J.D.: Y mientras eso se hace, ¿cuáles son las medidas de emergencia que usted propondría?
F.V.: Es necesario de cara a la alta temporada de diciembre hacer algo porque ya no tenemos cómo abordar los aviones. Es decir, no tenemos cómo subir los pasajeros a los aviones. O incluso desplazarlos hacia las posiciones remotas en bus porque no hay más espacio dentro de la terminal. Para solucionar eso hemos planteado la idea de crear unas posiciones de emergencia, y el gobierno y Opaín están trabajando en eso.
M.J.D.: ¿Este caos puede afectar la seguridad aérea?
F.V.: No hay ningún riesgo de que la seguridad se afecte. En este frente trabajamos de forma permanente. El aeropuerto tiene sus precauciones y nosotros como operadores tenemos las nuestras. Eso se lo digo con total certeza. De lo contrario, no estaríamos operando como lo estamos haciendo.
M.J.D.: ¿Qué opina de que el TransMilenio que se está construyendo por la 26 no llegue a El Dorado? ¿Sabe que hay dos kilómetros que se quedaron sin construir?
F.V.: Lo que no entiendo es por qué el portal de El Dorado no queda en El Dorado. Eso nadie me lo ha podido explicar…
M.J.D.: Es que en este tema, doctor Villegas, hay muchas cosas que se han quedado sin explicar.
F.V.: A los usuarios del aeropuerto les va a tocar montar en TransMilenio hasta el portal de El Dorado… que no queda en El Dorado. Hacer trasbordo a otro bus por dos kilómetros y cuando lleguen al aeropuerto, los vamos a recibir para montarlos en otro bus que los suba finalmente al avión. En esas estamos.