Pablo VI, quien ejerció el papado número 262 desde 1963 hasta su muerte en 1978, se convirtió en el primer Papa que durante su oficio voló en un avión cuando, en un DC-8 de Alitalia, viajó hacia Jordania e Israel en enero de 1964.
Gran parte de la responsabilidad de esta nueva orientación global proviene del Concilio Vaticano Segundo, donde se discutieron las relaciones entre la Iglesia Católica y el mundo moderno, con un estimado actual de 1,3 billones de fieles, promoviendo diálogos ecuménicos con otras religiones y una llamada universal a la santidad. Pablo VI fue el primer Papa en visitar Tierra Santa y en salir fuera de Europa, llegando a 6 continentes, entre ellos las Américas, África, Asia y Oceanía. Esto lo llevó a ser conocido como “El Papa Peregrino” gracias a sus 9 periplos.
El anuncio oficial de la visita de Pablo VI, a la fecha con 70 años, se dio el 8 de mayo y se programó para una estadía de 3 días en el país, del 22 al 24 de agosto de 1968. El viaje a Colombia, primero de toda la historia pontificia a Sudamérica, tendría como actividades principales la asistencia a la clausura del 39° Congreso Eucarístico Internacional que se desarrollaría en Bogotá y a su vez, la inauguración de la II Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (CELAM), la cual se realizó en Medellín durante las semanas siguientes a la visita, pero cuya apertura tuvo lugar en Bogotá aprovechando la presencia de Pablo VI.
Preparativos del Viaje
Avianca fue la escogida para realizar los vuelos de ida y regreso a Roma, en la que sería la sexta travesía internacional del pontífice. Cuatro años antes, en su primer viaje que lo llevó a Tierra Santa, los dos vuelos fueron en aviones DC-8 de Alitalia. El segundo viaje fue a la India, donde el vuelo de ida fue en un B707 de la aerolínea local Air India, lo que marcó la primera vez que se usó una aerolínea diferente a Alitalia y el regreso si fue en un DC-8 de la empresa italiana. Para la presencia en Nueva York en 1965 para la Asamblea General de la ONU, Pablo VI volvió a usar un DC-8 de Alitalia hacia el aeropuerto JFK y regresó en un 707 de TWA. En los viajes de 1967, el primero fue a Fátima en Portugal, cuando usó la aerolínea local TAP (Transportes Aéreos Portugueses) con aviones Sud-Aviation Caravelle en ambos sentidos, siendo la primera vez que no se requerían los servicios de Alitalia. Ese mismo año, hacia Turquía voló en la aerolínea Pan Am ida y regreso, posiblemente con el avión contratado especialmente para la ocasión. Como dato interesante el B707 de la empresa norteamericana usado para este último viaje fue nombrado “Jet Clipper Saint Paul”, en línea con la tradición del nombre de las aeronaves Clipper de Pan Am, luciendo el nombre en grandes letras en el fuselaje al lado de la puerta principal y sobre el sello papal.
El avión elegido para este histórico viaje hacia y desde Colombia fue el Boeing B707-359B HK-1402 (c/n: 19741), bautizado con el nombre de “Sucre” y el cual era la más reciente adición a la flota de Avianca, ya que había sido fabricado ese mismo año y entregado solo 2 meses antes de su asignación a este vuelo. Esta aeronave sirvió exclusivamente a la aerolínea por 23 años, pasando por los diversos cambios de librea y logos desde el blanco con azul inicial de finales de los 60s y que lucía para el vuelo papal, hasta el rojo y blanco de los 80s. Fue retirado del servicio en 1991 y almacenado en Miami, donde finalmente fue desguazado en 1993. En algún momento de su historia, se debatió en Avianca el cambio de nombre del B707 a “Papa Pablo VI” pero esto no se dio. Es interesante notar que, para los vuelos pontificios, es una costumbre que el avión esté identificado con un sticker que representa el sello papal al lado de la puerta principal y el “Sucre” lo tuvo mientras estuvo pintado de blanco y azul, al pasar a la nueva identidad corporativa roja en los 70s, el sello no estuvo más presente. El B707 fue organizado con tres secciones para estos dos vuelos, la primera para el Papa con un despacho, un oratorio, sala de descanso con cama y baño; la segunda para los cardinales y personalidades del Vaticano y la tercera para periodistas y otros acompañantes del vuelo.
El 17 de agosto la tripulación de Avianca para el vuelo papal llegó a Madrid con el Capitán Enrique Fajardo, donde se integró el que sería el segundo comandante, Capitán Jaime Nieto, quien tenía como base Madrid. Estos dos pilotos, unos de los primeros colombianos en ser certificados para vuelos jet, liderarían un equipo de 16 personas escogidos para la travesía. El Capitán Fajardo se desplazó primero a Roma desde Madrid el 18 de agosto, en vuelo comercial de otra aerolínea. La aeronave llegó a Madrid el martes 20 de agosto ya luciendo el sello papal, que había sido instalado en Bogotá, y con la zona destinada al Papa ya lista incluidas las sillas bordadas con el escudo papal pero que estuvo precintada y restringida durante el vuelo. En esta escala comercial y técnica, se descargaron 34 pasajeros que venían desde Bogotá, se aseó el avión, se le dio acceso a un grupo de periodistas para conocerlo y fotografiarlo previo a su histórica misión y al mando del Capitán Nieto, voló a Frankfurt. En este aeropuerto germano se dio su revisión y aprobación final y el 21 de agosto se desplazó a Roma, llegando al mediodía, donde los esperaba el Capitán Fajardo y ahí se consolidó el equipo y la tripulación del primer viaje papal a Suramérica, que partiría 18 horas después. En el aeropuerto romano fue aparcado en una zona reservada con vigilancia de agentes del Vaticano y la policía aeroportuaria. La tarde de ese último día conllevó la preparación final de la cabina y una revisión independiente de los motores, realizada por una empresa especializada. El Capitán Fajardo, comentó un dato interesante durante una entrevista a la prensa española por la escala del “Sucre”, notando que la Santa Sede ofreció pagar el viaje de Pablo VI y que es muy posible que el Vaticano haya enviado un cheque, pero que dudaba mucho que este iba a ser presentado para su cobro.
Parte el avión “Sucre” hacia Colombia
En la madrugada romana del 22 de agosto, el Papa salió de Castel Gandolfo a las 4:15 a.m. hora local (HL), llegando a las 4:50 a.m. al Aeropuerto Fiumicino/Leonardo da Vinci (FCO/LIRF), desde donde habían partido todos los anteriores viajes papales. Variadas autoridades civiles, diplomáticas, militares y eclesiásticas de los dos países estaban presentes en el aeropuerto para la despedida. El Papa subió las escaleras, que lucían el nombre y logo de Avianca y a las 5:35 a.m. HL, el B707 “Sucre” despegó de Roma. Pablo VI iba alojado en su compartimiento privado en la aeronave, donde lo acompañaba su secretario particular y el coronel jefe de la Guardia Suiza, el cuerpo militar encargado de la seguridad del Papa y la Santa Sede. Tres miembros de este grupo guardaban la puerta que los separaba de la segunda división, donde viajaba la delegación del Vaticano. La última sección, hacia atrás de la aeronave, estaba destinada a los periodistas y el resto de viajeros, entre los que se contaba el presidente de Avianca Juan Pablo Ortega, quien le obsequio una ruana al pasajero de honor, junto al vicepresidente técnico Capitán Rafael Barvo. Las sillas donde viajó el Papa en el B707, se encuentran actualmente preservadas en la residencia personal del hijo del Capitán Barvo.
La ruta de Roma a Bogotá, sin escalas y en el cual viajaron 75 personas, cubrió 9438 kilómetros y tomó 12 horas. Información de personas en el círculo cercano afirman que el Santo Padre durmió solo entre 2 y 4 de ellas, muy posiblemente por la honda preocupación que lo acechaba ya que solo un día antes la Unión Soviética, en conjunto con otros 4 países del Pacto de Varsovia, había invadido Checoslovaquia sofocando el movimiento reformista de la “Primavera de Praga”. Para fortuna de los fieles colombianos, aun cuando el Papa expresó en el aeropuerto de Roma que de ser necesario lo haría, no se tomó una decisión de la cancelación definitiva del viaje, a pesar de la gravedad de la situación en Europa. Al sobrevolar cielo ibérico, alrededor de las 6 a.m. hora española, Pablo VI dirigió un mensaje al Generalísimo Francisco Franco como Jefe del Estado Español, a lo cual Franco correspondió agradecido, solicitándole bendiciones para la nación colombiana y todos los pueblos hispánicos. Desde la aeronave también se enviaron mensajes a su vicario en Roma y a los presidentes italiano, portugués, venezolano y colombiano, todos los países que la aeronave sobrevoló hacia Colombia.
A las 8:40 a.m. hora de Colombia, el “Sucre” entra al continente americano por Venezuela y cerca de las 9:20 a.m. hora colombiana, la aeronave entró a cielos patrios donde fue escoltada por reactores de la FAC, posiblemente T-33A, hacia su destino en el Aeropuerto Eldorado. Los pilotos de Avianca durante el vuelo, especialmente el Capitán Fajardo, habían estado en conexión directa con varias emisoras que transmitieron sus impresiones del vuelo, esto se llevó a cabo durante gran parte de la noche la cual informó que transcurrió prácticamente sin turbulencias. Al entrar en el espacio aéreo de la capital, aproximadamente a las 10:10 a.m., el avión dio una vuelta sobre el aeropuerto y la urbe, a la vez que en la ciudad sonaban las campanas de las iglesias y las sirenas de las empresas anunciando que la espera había terminado. Por intermedio de parlantes en la terminal y plataforma, comunicaban las últimas fases del vuelo a la multitud presente, que medios estimaron ese día en más de 40,000 personas. A las 10:20 a.m. HL, el B707-359B tocó tierra por la pista 13 y rodó hasta plataforma, donde fue recibido con salvas de cañón.
Pablo VI salió por la puerta principal del avión, saludó con los brazos abiertos desde la escalera que a su vez lucía el nombre de Avianca, descendiendo para la recepción oficial con el presidente Carlos Lleras Restrepo y el Alcalde Mayor de Bogotá Virgilio Barco Vargas, no sin antes besar suelo colombiano en la plataforma cerca al avión y frente a la torre de control. Se dice que en el lugar donde se dio este acto simbólico y ya cuando el Papa se encontraba fuera del aeropuerto, la gente logró invadir la plataforma y tomó tierra de ahí creando un pequeño hoyo. En este mismo lugar se instaló una placa celebrando el hecho, pero al parecer en una repavimentación en algún momento futuro fue levantada, nunca más volvió ahí y en la actualidad se desconoce su paradero. Posteriormente el Pontífice se desplazó en vehículo a los diversos compromisos programados para ese primer día en Colombia.
Vuelo en Helicóptero de la FAC hacia Mosquera
El viernes 23, posterior a una reunión con el Presidente de la República en el Palacio de San Carlos, el Pontífice es trasladado por tierra al Hospital Militar y ahí toma el helicóptero presidencial hasta el Campo San José, en la población de Mosquera (Cundinamarca), donde llega a las 11 a.m. junto con el Presidente y el Nuncio Apostólico para un encuentro con más de 300,000 campesinos latinoamericanos. La aeronave usada para este desplazamiento de aproximadamente 24 kilómetros, fue el Bell UH-1B-BF con registro FAC279, comandada por el Capitán Belarmino Pinilla y el Teniente Luis Bedoya. El helicóptero era parte de un grupo de 10 del mismo tipo matriculados FAC270 a FAC279, fueron recibidos en 1963 y asignados a la Base Aérea Capitán Luis F. Pinto en Melgar. En 1968, el FAC279 fue asignado a funciones presidenciales luciendo colores azul y blanco y un interior remodelado para la función VIP. Este desplazamiento fue acompañado por un helicóptero Chinook de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos que también despegó desde el Hospital Militar, transportando personal del séquito papal y apoyo a la visita.
Ahí en el lugar hay una placa en piedra conmemorando el evento. De regreso a Bogotá aterrizó de nuevo en el Hospital Militar donde el Papa saludó a quienes se encontraban ahí internados, completando una distancia de 77 km en transporte de ala rotatoria en el país. Este helicóptero presidencial sirvió la función hasta 1972, cuando fue reemplazado por otro Bell del modelo 212 identificado como FAC002 (c/n: 30511). Este último sirvió hasta 1985, cuando fue reemplazado por dos Bell 412 registrados como FAC003 y FAC004, que a su vez también fueron transportes papales para Juan Pablo II en 1986.
Pablo VI se despide de Colombia
El último día de la primera visita de un Pontífice en ejercicio a Colombia y Latinoamérica fue el sábado 23 de agosto, cuando cumplió diversos compromisos en la capital de la república. Alrededor de las 5 de la tarde se desplazó al Aeropuerto Internacional Eldorado desde el Campo Eucarístico del Parque Simón Bolívar, para el vuelo de regreso a Roma. El B707 HK-1402 era de nuevo la aeronave escogida para la travesía, pero esta vez al mando de una nueva tripulación liderada por el capitán Carlos Santos como comandante de la aeronave y apoyado por los capitanes Pedro Tapias, Enrique Pardo y Gonzalo Fajardo junto a los ingenieros Guillermo Castro y Carlos Rodríguez y el personal de servicio a bordo.
A las 6 de la tarde y 5 minutos, el “Sucre” comienza a abandonar la plataforma del aeropuerto para iniciar la primera fase del vuelo a Roma, que lo llevará a una distancia de 3358 km hacia la isla de Bermuda. Aquí se efectúa una escala técnica debido a que el rango de la aeronave no es suficiente para llegar sin escalas a Roma volando en sentido este, sumado a que la altura de Bogotá restringe aún más el desempeño de los motores de la aeronave y su capacidad de despegue con el combustible necesario. Después de un vuelo de aproximadamente 4 horas, el vuelo papal aterrizó en el Aeropuerto Internacional de Bermuda, actualmente conocido como Aeropuerto Internacional L.F. Wade (BDA/TXKF), a las 11:20 hora insular, una hora menos en Colombia. La escala fue de aproximadamente 2 horas y a la 1:20 de la noche bermudeña, el Capitán Santos enfiló con destino Roma a una distancia de 6993 km y un estimado de 8 horas de vuelo. También en el viaje de regreso, Pablo VI emitió diplomáticos saludos a la nación y los dirigentes de los países que sobrevolaba.
Hacia las 3 de la tarde el “Sucre” volvió a pisar suelo italiano regresando al aeropuerto de Fiumicino, donde se estima que alrededor de 10000 personas y la Guardia Vaticana esperaban al Papa a su regreso de Latinoamérica. En total, el vuelo papal recorrió 19789 kilómetros, sumando los tres trayectos, para un tiempo en el aire de 24 horas y media. Posterior al evento histórico para el país y la aerolínea, Avianca recibió del Santo Padre y el Vaticano, por intermedio del Capitán Carlos Santos, las condecoraciones de la “Orden Pontificia de San Silvestre Papa” y la “Orden de San Gregorio Magno” por el desarrollo sin contratiempos del primer vuelo de un pontífice a Sudamérica. Estos vuelos se recuerdan como un evento memorable para la historia de la aviación colombiana y tuvieron que pasar 10 años para que el 26 de octubre de 1978, se repitiera oficialmente el vuelo jet a la capital italiana en una nueva ruta de itinerario comercial, como parte del mapa de destinos de Avianca.
Foto de portada cortesía de Jaime Escobar Corradine
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