El 21 de agosto de 1929 el Ford 4-AT-E matriculado NC8407, y con serial de construcción número 146, realizó su primer vuelo luego de haber salido de las factoría de la Stout Metal Airplane, división de construcción de aeronaves de la Ford Motor Company. 85 años después continúa llevando pasajeros al aire, manteniendo viva la historia de la aviación. Volamos en él tratando de revivir la experiencia de ser pasajero de aerolínea en la década de los 30.
El sol brilla sobre su superficie de metal, el color metalizado del fuselaje resalta con los visos azules que dibujan algunas líneas en la parte frontal y el enorme motor frontal radial descubierto se alza imponente sobre el asfalto. A cada paso el avión se hace más grande y los detalles son más evidentes.
Características como la especial superficie de metal corrugado que ayuda a la fortaleza estructural, pero aporta resistencia al avance -y que lo hizo acreedor al apodo de “Ganso de hojalata”-; los indicadores de presión, temperatura del aceite y revoluciones por minuto que se encuentran, no en la cabina, sino en el montante de la bancada de cada uno de los motores de las alas; o los cables y actuadores que controlan el timón de profundidad y de dirección expuestos fuera del fuselaje; van resaltando cuando se hace un recorrido alrededor de la máquina.
Un paso en el escalón y se accede por la puerta principal. Las precauciones: tener cuidado con la cabeza para no golpearse con la división en el techo por dónde está acomodada el ala, no pararse durante el vuelo, ajustar el cinturón y tener en cuenta que el chaleco salvavidas se encuentra bajo el asiento. El interior está completamente reconstruido a la manera en que lo estaba durante el servicio con su primer operador: Eastern Air Transport, así que la madera decorada abunda y las pequeñas cestas que hacen las veces de compartimiento de equipaje superior dan un toque particular. Inclinados por la posición en el suelo, hacia adelante se ve el escalón que da paso a la cabina de los pilotos.
Con todo preparado se encienden los motores. La vista es perfecta, con toda la estructura del amortiguador para el tren de aterrizaje visible gracias a las enormes ventanas. Los motores tosen un par de veces algo de humo y luego cobran vida. Estamos a menos de tres metros de los cilindros. El ruido es fuerte; la emoción también.
Luego de un corto carreteo se prepara un despegue inmediato y el ruido de los motores se multiplica varias veces. De ahora en adelante será necesario gritar para comunicarse con los demás pasajeros. La breve carrera de despegue da paso a un ascenso a 1.000 pies sobre el terreno, pero sorprende la suavidad del vuelo, agradecido también al buen clima reinante.
De allí en adelante serán 15 minutos de sonrisas, fotos y videos por parte de los nueve pasajeros afortunados de volar en un avión de 85 años de edad. La estabilidad es sorprendente y se recuerdan las palabras del mismo Henry Ford al afirmar que su aeronave era la “más segura del mundo” debido a su construcción enteramente metálica, una novedad para la época. 90 millas de velocidad por sobre los lagos de la Florida hacen un viaje cómodo. Adelante, a los mandos, las cosas no son necesariamente iguales. El capitán Colin Soucy comenta: “Es muy lento en los controles y lento en la respuesta. Vuela como un camión, sin embargo es perfectamente honesto: hace lo que uno le pide y no da sorpresas”.
A pesar de lo corto del vuelo, cada segundo es emocionante y luego de sobrevolar el aeropuerto se inicia el descenso casi imperceptible. Un aterrizaje suave termina la jornada y el ruido al interior de la cabina disminuye de nuevo con la reducción de potencia. Carreteo, motores apagados, frenos, topes en las ruedas puestos y descendemos. Ha finalizado un pequeño viaje a la historia.
El Trimotor de la EAA
La Experimental Aircraft Association EAA, que mantiene el avión en vuelo y brinda la oportunidad de vivir la experiencia en el único Trimotor disponible en el mundo para tal fin, adquirió el avión en 1973, luego de que fuera casi destruido por una tormenta en Burlington, Wisconsin. 12 años después, luego de un trabajo completo de restauración por miembros y voluntarios de la EAA, el avión volvió a la vida, convirtiéndose en la aeronave bandera de la Asociación.
Pero todo había comenzado en 1929. Eastern Air Transport fue la primera aerolínea en operarlo. En 1930 fue alquilado a Cubana Airlines. Tiempo después se convirtió en avión del gobierno de República Dominicana. En 1949 regresó a los Estados Unidos y empezó a volar como avión de exhibición. Un año después recibió una nueva planta motriz más potente para servir como avión de fumigación, con dos motores de 450 hp y uno de 550 hp, convirtiéndose en el Ford 4-AT más potente de la historia –los motores originales eran de 420 hp. En 1955 se le instalaron dos tanques de 275 galones y puertas bajo el fuselaje para servir como avión contra incendios. En 1958 recibió más modificaciones para servir como plataforma de lanzamiento para bomberos paracaidistas –de ahí la puerta de acceso de mayor tamaño.
Luego de esos trabajos el avión volvió a servir como aeronave de exhibición desde 1964. Entre otras actividades actuó en la película “The Family Jewels”, hasta que en 1973 sufrió el incidente que lo llevó a ser parte del inventario de la EAA.
El Ford Trimotor
Entre 1926 y 1933 se construyeron 199 aviones de este tipo en varias versiones. Al llegar a las aerolíneas revolucionó el transporte aéreo, proveyendo un servicio más cómodo y eficaz a menores costos de operación.
Transcontinental Air Transport TAT comenzó un servicio transcontinental en los Estados Unidos, tardando tres días en cruzar el país. De día se operaba con los Trimotor, de noche se viajaba en tren. A pesar de la rapidez y comodidad del servicio, la principal queja de los pasajeros era la fatiga por el ruido y las vibraciones. Sin embargo, teniendo en cuenta los tiempos de desplazamiento en aquellos años, constituía una verdadera ventaja frente a otros medios.
En Colombia aterrizaron en SCADTA, SACO y la aviación militar. Tal vez el episodio más tristemente recordado que involucró una de estas aeronaves en Colombia fue el accidente del 24 de junio de 1935 en Medellín, donde dos aviones de este tipo colisionaron en tierra, muriendo 17 personas, siete en el Trimotor “Manizales” de SCADTA y 10 en el trimotor F-31 de SACO. Ernesto Samper Mendoza, uno de los pioneros de la aviación colombiana y el cantante de tangos argentino Carlos Gardel, fueron dos de los fallecidos en el suceso.