El aeropuerto, pensado para reemplazar todos los terminales aéreos de la capital alemana (Tegel, Schönefeld y Tempelhof) debía entrar en operación en noviembre de 2011.
Poco antes de la apertura del nuevo aeropuerto, la empresa encargada de su operación estuvo realizando ejercicios para evaluar el funcionamiento del nuevo terminal. Parte de esta evaluación consistió en probar los procesos de registro, seguridad, abordaje, llegada y recolección de equipaje, para lo que se solicitó el apoyo de voluntarios. volavi.co estuvo ahí a principios de septiembre.
Mi acompañante y yo recibimos cada uno un guion en el que se nos explicaban nuestras tareas. Cada uno debía simular dos salidas y dos llegadas. La primera salida sería un vuelo desde Berlín a Colonia en Eurowings, para después simular una llegada desde Palma de Mallorca. El segundo vuelo debía partir en dirección a Grenoble. El guion indicaba cuántas maletas debía tomar cada uno. Además de esto, a cada uno de nosotros se nos asignó una tarea específica. La mía sería preguntar en el mostrador de información cómo llegar del aeropuerto al centro de la ciudad usando transporte público, mientras la suya era conservar un objeto metálico en un bolsillo para que este fuera detectado en el control de seguridad. También nos entregaron una bolsa con un refrigerio y otros objetos como un tapabocas (importante en tiempos de pandemia) un termo para café o agua y otros recuerdos.
Tras una pequeña orientación en la zona de recogida de equipajes, donde cada uno tomó las maletas que su guion indicaba, subimos a la zona de registro. Comparado con Tegel o Schönefeld, los actuales aeropuertos de Berlín, el cambio es del cielo a la tierra. El nuevo Terminal 1 es mucho más amplio y cómodo y hay definitivamente más espacio. Incluso considerando que la distancia de seguridad de al menos 1.5 metros entre personas debía mantenerse, no sentí la sensación de claustrofobia que un aeropuerto saturado suele producirme. Este terminal es, sin embargo, aún muy pequeño para la ciudad, y en el momento en que el tráfico de pasajeros se recupere tras la crisis ya estará llegando al punto de saturación.
Tras haber registrado el equipaje pasamos por el control de seguridad. Acá había una señora cuya labor debía ser repartir a los pasajeros en las filas que llevaban a los diferentes puntos de control para agilizar el avance, pero estaba haciendo todo lo contrario. La manera en que ella distribuía a los pasajeros produjo más caos del necesario.
En el control de seguridad noté que no hay un espacio que permita a los pasajeros organizar sus cosas luego de la revisión. Teniendo en cuenta que uno debe sacar equipos electrónicos de su equipaje de mano, sacarse cosas de los bolsillos, quitarse el cinturón y demás, siempre es útil que haya mesas y sillas inmediatamente después del control. Estos elementos no estaban presentes ese día.
Siguiendo un par de pasillos oscuros y una zona comercial (aún en obra), llegamos al pasillo principal de salidas. El camino entre seguridad y la puerta de embarque fue relativamente corto, pero la señalización deja un poco que desear. Debido a la falta de señales, casi seguimos derecho en un punto en el que debíamos girar a la izquierda. Yo supongo que esto tuvo que ver con el hecho de que en esa zona aún se estaban finalizando las zonas comerciales y que luego habrá mejores indicaciones.
Llegados a tiempo a la puerta, me agradó la visibilidad hacia el lado aire del aeropuerto. Allá se veían la gran cantidad de máquinas detenidas debido a la disminución de tráfico causada por la pandemia. Una vista triste. Simulamos un embarque desde una posición remota, por lo que a través de una escalera descendimos hasta la plataforma y tomamos un bus. Este bus nos llevó a embarcarnos en nuestro “vuelo”: otro bus, más grande, que nos dio un tour bien interesante por el lado aire del aeropuerto. Ahí pudimos apreciar las zonas de deshielo, la estación de bomberos, edificios de la policía y otras construcciones.
La llegada la simulamos de igual forma, estacionando en posición remota y tomando un bus de vuelta al terminal. Ahí llegamos la zona de recogida de equipajes, donde tomamos las maletas que, según el guion, debíamos usar para el siguiente vuelo. Tras pasar primero por el mostrador de información para averiguar cómo llegar a Berlín, caminamos hasta nuestro siguiente mostrador de registro. Debo admitir que me sentí un poco tonto preguntando algo que yo sabía muy bien.
La fila para el siguiente vuelo estaba mucho más larga y se movía aún más despacio. Esta vez debíamos volar con EasyJet y, al parecer, esta empresa estaba registrando pasajeros para varios vuelos al mismo tiempo. Al llegar nuestro turno nos enteramos de la razón de la lentitud. La banda transportadora de equipajes estaba dañada. No sé si esto era parte de la simulación o era un daño real, pero nos dijeron que debíamos entregar las maletas en la zona de equipaje sobredimensionado. Vimos la fila, por supuesto extremadamente larga. Al notar que tras cinco minutos en la fila esta no avanzaba, decidí acercarme al extremo a averiguar qué ocurría y ¡oh sorpresa! Nadie estaba recibiendo los equipajes. Empecé a mirar el reloj con desesperación y dije: “vamos a perder el vuelo”. Mi acompañante tuvo que recordarme que estaba en una simulación, que no habría problema. Realmente me metí mucho en el papel.
Después de un rato alguien nos dijo que debíamos ir a la otra zona de equipaje sobredimensionado, por lo que tuvimos que ir de un lado a otro del terminal. Aquí noté que realmente no es tan grande. Un par de minutos después nos pidieron volver al sitio inicial, donde por fin nos recibieron las maletas. Este detalle mostró una falta de organización que honestamente espero que no sea de todos los días una vez el aeropuerto entre en operación completa.
De nuevo pasamos por seguridad, donde de nuevo la señora organizadora de la fila agregó al caos. Caminando un poco rápido llegamos de nuevo la zona de salidas. Allí notamos que nuestro vuelo ya no aparecía en la pantalla. Me acerqué a un mostrador de información a preguntar que hacer y la señora amablemente me preguntó que si no había escuchado el anuncio. En ese momento sonó de nuevo un mensaje en los altavoces que decía que el ejercicio había concluido y que ya podíamos irnos. Seguramente sonó mientras pasábamos por seguridad y por eso nos lo perdimos.
Fuimos de vuelta a la zona de llegadas, donde entregamos el equipaje prestado y entregamos un formulario con nuestras opiniones y observaciones, terminando así nuestra contribución a la prueba del aeropuerto. Fue un día bastante interesante y divertido, a pesar del estrés del vuelo perdido.
Este aeropuerto me produjo una sensación similar a la que tuve cuando El Dorado en Bogotá fue remodelado. Pero, como El Dorado, es un aeropuerto que pronto se quedará pequeño para la ciudad a la que sirve. Eso es, cuando el tráfico aéreo vuelva a los niveles de antes de la pandemia.