La Fuerza Aérea Colombiana ha adoptado al águila arpía como un nuevo símbolo institucional, pero además se compromete con dos organizaciones dedicadas a la investigación y preservación de especies naturales para reducir el riesgo que corren estas aves en Colombia y apoyar el aumento de su población.
El interés del hombre por las aves despertó su curiosidad por imitarlas. Halcones, águilas, albatros o cóndores, muchas de ellas se han transformado en símbolos para instituciones y compañías aéreas. Sus alas son uno de los distintivos por excelencia para la aeronáutica y quienes se desempeñan en la industria las portan como símbolo de su relación con el aire.
El ámbito militar no es ajeno a esta tradición. Son muchas las naciones que cuentan con un ave en el emblema de su aviación castrense. El águila ocupa un papel preponderante en esta simbología y se puede encontrar en la imagen de las fuerzas aéreas de Rusia, Turquía, Perú, Paquistán, Reino Unido, Holanda o los Estados Unidos.
No es de extrañar entonces que Colombia también haya adoptado esta ave para que haga parte de los símbolos de su aviación militar. En el caso de la Fuerza Aérea Colombiana, es la llamada águila de gules la que está presente en el escudo de la institución –gules es un color heráldico que se representa con rojo vivo.
Esa imagen institucional se ve ahora ampliada con la llegada de una nueva especie de águila a los símbolos de la FAC; un águila que no reemplaza a aquella presente en el escudo, sino que entra a formar parte de los elementos distintivos de la institución y a alimentar con sus características los valores de los miembros que la componen.
Es el águila arpía, un ave de presa que se encumbra en los primeros lugares de su raza por su tamaño, imponencia y fortaleza. La Fuerza Aérea Colombiana ahora adopta a esta noble ave, no solo en términos intangibles como su nuevo símbolo, sino en el aspecto real y natural de su preservación como especie casi amenazada.
El Teniente General del Aire Carlos Eduardo Bueno, Comandante de la FAC, enarboló la iniciativa de darle a la institución un símbolo más acorde a las realidades del país y que reemplazara al águila calva que se venía utilizando en varias piezas ilustrativas de la fuerza. El águila calva es un animal representativo de la aviación, pero que no se conecta con Colombia; es un ave que no habita en el país y que es identificada como símbolo de los Estados Unidos.
En Colombia sí habita el águila arpía, un ave de presa que supera en muchos aspectos al águila calva: es de mayor tamaño, sus garras son más fuertes y su aspecto imponente. Natural de la región centroamericana y de Suramérica, el águila arpía habita en bosques lluviosos.
Su nombre científico es Harpia harpyja y llega a la FAC luego de un análisis hecho por miembros de la institución: “Nos dimos cuenta que estábamos tomando como referente el águila calva americana, teniendo semejante majestuosidad de águila en Colombia que es más grande, más poderosa, más especial que el mismo águila americana; tiene una forma de actuar y de proceder que se identifica mucho con los principios y valores de la FAC”, comentó el General Bueno.
Puede llegar a tener hasta dos metros de envergadura en sus alas, más de ocho kilos de peso, y vivir casi 40 años. Pero su fortaleza es tal vez uno de sus rasgos más impresionantes; sus garras son las más grandes que se encuentran entre las aves de esta especie y podrían llegar a destrozar el brazo de un hombre en un solo movimiento. Las afiladas garras traseras pueden crecer hasta siete centímetros, mientras que las delanteras pueden llegar a tener hasta 15 centímetros de longitud
Es un animal suprepredador, es decir que no tiene predadores naturales y se ubica encima de la cadena alimenticia, solo superada por el hombre que, infortunadamente, ha reducido su número en gran medida, llevándola a estar muy amenazada.
Esa situación llevó a que la FAC adelantara acciones para que contribuyeran a mejorar la realidad de esta especie en Colombia. Es por eso que se han firmado dos importantes convenios que facilitarán el trabajo de preservación del águila arpía en el país.
El primero de ellos es con el Bioparque La Reserva, un sitio ubicado al occidente de Bogotá donde se preservan varias especies y se trabaja por su conservación. Allí vive una de las cuatro águilas arpía en cautiverio actualmente en Colombia –las otras tres están en el Aviario Nacional de Colombia en Cartagena-, un ejemplar que llegó allí luego de ser atacado por el hombre. La Fuerza Aérea Colombiana destinará recursos para el sostenimiento de esta águila con el fin de que más visitantes la puedan conocer.
El segundo fue firmado con el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander Von Humboldt y su objetivo es aportar en la investigación para la preservación de esta especie, buscando aumentar su nivel de reproducción. La primera meta es vincular al águila arpía del Bioparque La Reserva con un macho con el fin de que tengan crías que puedan servir para aumentar la población del ave.
Verla en el Bioparque da la oportunidad de apreciar muchas de las cualidades que toma la FAC para institucionalizarla como símbolo. Es un ave imponente, con colores en tonos blancos y grises, muy al estilo del camuflado que emplea la Fuerza Aérea Colombiana.
Su estilo de vida en estado salvaje representa varios de los valores que la FAC resalta en sus hombres y mujeres: “Es poderosa y valiente, se enfrenta a presas de gran tamaño y puede cargar tres veces su propio peso”, explica el General Bueno, resaltando el compromiso como una de sus características: “Está dispuesta a morir para proteger su hábitat”.
El águila arpía caza a sus propias presas y no es oportunista al robar las de otros animales, lo que representa la integridad. Además, la hembra puede estar hasta tres semanas sin moverse de su nido cuidando a su pichón, demostrando lealtad y disposición.
Son esos valores los que ahora esta ave entra a encarnar dentro de la Fuerza Aérea Colombiana, valores cimentados ya dentro de la institución. La llegada del águila arpía se convierte en un nuevo impulso espiritual para los miembros de la fuerza. Durante la presentación del ave, los comandantes de las distintas áreas de la FAC tuvieron el encargo directo de parte del Comandante de transmitir estos nuevos valores a las unidades que dirigen y divulgar el espíritu que ahora se adopta.
No se trata, sin embargo, de un ave completamente nueva para la Fuerza Aérea Colombiana; el helicóptero Sikorsky AH-60 Arpía, un arma de guerra que fue desarrollada en Colombia y se ha consolidado como uno de los activos más importantes del país para luchar contra sus enemigos, fue llamado así en honor a esta ave.
A diferencia de su connotación posiblemente negativa dentro de la mitología griega, en la que las arpías eran seres con cuerpo de ave, rostro de mujer y orejas de oso que robaban la comida y la corrompían; el águila arpía colombiana que adopta la FAC es un animal majestuoso, imponente y orgulloso. En palabras del Comandante de la FAC: “El águila arpía será desde ahora nuestro espíritu institucional”.