La Policía Nacional de Colombia cuenta actualmente con el Área de Aviación Policial, una de las ramas más importantes para el desarrollo de las actividades que día a día llevan a cabo los hombres y mujeres de la Institución. La aviación policial en nuestro país ha forjado su desarrollo a través del trabajo consumado de su personal, que poco a poco ha logrado construir el que hoy es reconocido como uno de los servicios aéreos policiales más grandes y operativos del mundo y cuya génesis se gestó hace casi cincuenta años, gracias al amor e interés por la aviación de un grupo de oficiales que quiso darle alas a la Policía.
La importancia del transporte aéreo para las labores policiales es hoy en día inherente a la misma realidad de una institución de este tipo, que busca proteger el orden y garantizar la seguridad de los habitantes de cualquier región. En el caso de Colombia, la delincuencia, el narcotráfico, los grupos guerrilleros, entre otros; han obligado a la Institución a aumentar su pie de fuerza y equipo operacional, lo que ha llevado a la necesaria adquisición de aeronaves y personal de vuelo y técnico que lleve a cabo las misiones que la Policía del siglo XXI requiere.
Sin embargo, la realidad del país era otra durante la década de los 50, cuando se realizaron los primeros experimentos de dotar a la Policía con aviones. A medidados del siglo XX, cuando la nación se encontraba viviendo épocas de violencia guerrillera y política, especialmente en la región de los Llanos Orientales, la Policía de Bolívar adquirió un avión que operó por poco tiempo, al que le siguió otra aeronave recibida de parte de Ferrocarriles Nacionales de Colombia y que también volaría brevemente para la institución.
Mientras esto ocurría en el año de 1957, el hoy Mayor Humberto Aparicio Navia, oficial activo de la Policía más antiguo y más condecorado del país, actual Director del Museo Histórico de la Policía Nacional y miembro y fundador de innumerables academias de historia y organizaciones militares y policiales; era un cadete de la Escuela de Cadetes de Policía General “Francisco de Paula Santander”, que perseguía su sueño de ser miembro de la Institución.
El Mayor Aparicio, pionero de la aviación policial en Colombia, conversó con nosotros acerca de estos primeros años, de las primeras experiencias y de cómo poco a poco se fue gestando el nacimiento de este cuerpo aéreo.
Mientras el entonces Cadete Aparicio comenzaba su carrera profesional, en la Policía continuaban los tímidos esfuerzos de volar con alas propias, gracias a la labor de los Mayores Medina Herrera y Gélvez Stevez y del Coronel Gallego Hernández, quienes en diferentes momentos realizaron cursos de vuelo a manera personal y ocuparon esporádicamente la cabina de aeronaves asignadas transitoriamente a la Institución.
La magia que el cine mejicano y sus grandes estrellas irradiaban en Latinoamérica por aquella época, generó en el Subteniente Aparicio un interés por la aviación, toda vez que el actor y cantante mejicano Pedro Infante también era piloto. Cuando Infante falleció en 1957, la Policía Nacional de Colombia contaba con la visita de una misión chilena de asesoría, en la cual se encontraba un oficial piloto. Esta visita y la experiencia del oficial chileno, sumado a los primeros experimentos y a la necesidad que empezó a sentir la Institución por los servicios aéreos, llevó a Aparicio a proyectar los primeros pasos formales en la creación de la aviación de la Policía años después.
Los primeros pilotos realizaron sus cursos de vuelo de manera privada y costeando el valor de los mismos individualmente. La Escuela de Aviación Civil ENACC y el Aeroclub de Colombia sirvieron como fuente de conocimientos para los aviadores que comenzaron sus etapas de instrucción.
Para el año 1965 el Mayor General Saulo Gil Ramírez Sendoya, Director de la Policía, adquirió un Cessna 206 y un Cessna 441, que se convirtieron en los primeros aviones del servicio aéreo de la Policía. Luego de que el ya Teniente Aparicio obtuviera su brevete de piloto, instó a otros oficiales a seguir su ejemplo: “Logré que Francisco Louseau y Luis Santamaría, me siguieran los pasos y efectivamente se fueron allá… les conseguí el préstamo en la Caja Agraria, hicieron las diligencias, se lo concedieron, hicieron el curso y se graduaron.”
Con ellos ya eran tres los tenientes pilotos de la Aviación de la Policía que realizaban vuelos de transporte y enlace vitales para una nación con un alto grado de retraso en materia de infraestructura y conexión vial, especialmente en las regiones del suroriente del país, en donde las grandes distancias y la inexistencia de vías hacían y hacen indispensable el transporte aéreo para tener control de la seguridad y ejercer presencia de la Institución. El Fondo “Policías Contratadas” estuvo a cargo de la prestación de recursos para el mantenimiento de las aeronaves, que se realizó en las instalaciones de Aviones de Colombia, ubicadas en Guaymaral.
Instalaciones de Aviones de Colombia en 1999. (Foto: Policía Nacional – 25 años de lucha frontal contra el narcotráfico en Colombia)
Sin embargo, en 1968 se presentó un accidente fatal de la Cessna 206 en el aeropuerto de Guaymaral y en el que fallecieron los tenientes Loiseau y Santamaría. La gravedad y trascendencia del suceso se conocieron por todo el país y las complicaciones en el crecimiento del cuerpo aéreo no se hicieron esperar, como nos cuenta el Mayor Aparicio: “Imagínense ustedes el problemita que surgió para conseguir quién más nos siguiera cuando la noticia de que los pilotos se mataron fue nacional, hasta que llegó otro que dijo ‘yo quiero hacer el curso’ y luego otro y otro, tres más que se graduaron y ya con eso quedamos cuatro.”
Gracias a este esfuerzo y al empeño de los oficiales, con el tiempo se volvió a tomar el trabajo realizado y para el año de 1973 los pilotos de la Policía tomaron el comando del Cessna 441 con que contaba la institución y que prestaba servicios a la Dirección General. En esos años la aeronave era comandada por un oficial retirado de la FAC, el señor Capitán Forero, que prestó invaluables servicios a la Institució debido a la problemática generada al seno de la Policía en torno a la viabilidad de tener sus propias tripulaciones a raíz del accidente de 1968.
Las primeras oficinas administrativas del servicio aéreo se ubicaron en el centro de Bogotá, en cercanías al edificio de la Dirección General, hoy en día sede del Museo Histórico de la Policía. La necesidad de formalizar aún más el área de aviación llevó a la creación de una división especializada adjunta al Servicio de Transporte de la Policía, unidad encargada de manejar y gestionar todos los servicios de movilización de las unidades policiales en el país y cuya oficina se ubicaba también en el centro de la ciudad.
“Fueron llegando otros, entre ellos Jorge Enrique Arana y se fue formando el cuerpo de aviación. Llegó el entonces Mayor Carlos A. Pulido Barrantes como Jefe de Unidad de Transporte Aéreo, agregada al Servicio de Transporte de la Policía y le dio un gran impulso a la parte administrativa para formar el servicio. Se compraron dos aviones, uno para los Llanos Orientales y otro para Bucaramanga”, recuerda el Mayor Aparicio.
Para 1979 el nombre de la unidad pasa a ser Grupo de Transporte Aéreo de la Policía Nacional y las operaciones continúan con la flota con que se contaba en aquella época, que ya se había aumentado con la llegada de dos nuevas Cessna 206G (HK-2166-G y HK-2433-G), brindando servicios de transporte especialmente para los altos mandos policiales que requerían desplazarse por el país, así como para los comandantes de unidades ubicadas en regiones apartadas y quienes contaban con vastos terrenos que cubrir sin posibilidad alguna de realizarlo por vía terrestre.
Aviones Cessna 206. (Foto: Policía Nacional – 25 años de lucha frontal contra el narcotráfico en Colombia)
La década de los 70 vio llegar una nueva problemática al país con el comienzo de las primeras actividades de las redes de narcotráfico, lo que desencadenaría una serie de sucesos que, mal que bien, repercutirían en el crecimiento y fortalecimiento del área de aviación policial en Colombia.
El interés del Gobierno nacional por combatir esta nueva guerra con tecnología y pie de fuerza, llevó a que se adquirieran nuevas aeronaves con el fin de apoyar las operaciones diarias de la Institución en contra de estas bandas que cada vez aumentaban su poder.
Según recuerda el Mayor Aparicio: “Con la problemática del narcotráfico, la Policía pensó en su escuela y comenzaron los primeros cursos de escuela de aviación policial. Después vinieron los Estados Unidos a apoyar, vino la fumigación, se trajeron aviones especiales para ello.” En 1981, y siendo Director el Mayor General Francisco José Naranjo Franco, se adquieren dos helicópteros Bell 206 JetRanger y un Bell 212 que sirvieron como las primeras plataformas de instrucción en ala rotatoria y equipos de apoyo en labores policiales. Infortunadamente las dificultades en materia de infraestructura llevaron a que estas aeronaves dejaran de operar en la Institución, siendo transferidas a la Procuraduría General de la Nación.
Mantenimiento de helicóptero en 1983. (Foto: Policía Nacional – 25 años de lucha frontal contra el narcotráfico en Colombia)
Instalación de equipos de fumigación en 1984. (Foto: Policía Nacional – 25 años de lucha frontal contra el narcotráfico en Colombia)
Operaciones de fumigación en los 90s. (Foto: Policía Nacional – 25 años de lucha frontal contra el narcotráfico en Colombia)
Aeronaves de fumigación en los 90s. (Foto: Policía Nacional – 25 años de lucha frontal contra el narcotráfico en Colombia)
Sin embargo, varios hechos que vendrían después marcaron profundamente a la aviación policial y demostraron una vez más la necesidad de contar con un equipo aéreo propio para adelantar misiones que cada vez aumentarían en complejidad e importancia. El lento crecimiento llevaría a crear el Servicio Aéreo de la Policía SAPOL en 1983 gracias a la gestión del General Víctor Alberto Delgado Mallarino, Director de la Institución. Con esta división adscrita a la Dirección Operativa, se empezó a entrenar a nuevas tripulaciones a través de escuelas de aviación privadas como el Aerocentro de Colombia, en donde en el mismo año se dio inicio al primer curso de oficiales pilotos y suboficiales técnicos, estos últimos preparados por la Fuerza Aérea Colombiana y el SENA.
Primer curso de Oficiales Pilotos en 1984. (Foto: Policía Nacional – 25 años de lucha frontal contra el narcotráfico en Colombia)
Ceremonia de reconocimiento a suboficiales técnicos aeronáuticos en 1993. (Foto: Policía Nacional – 25 años de lucha frontal contra el narcotráfico en Colombia)
Este primer curso, orientado por los capitanes civiles Jaime Pinzón Calderón y Manuel Bejarano Chala de la escuela Aerocentro, graduó en 1984 a los Tenientes Daniel Arboleda, José Navia, Javier Forero, Héctor Acosta, Fernando Álvarez, Óscar Osorio, Jairo Ladino, Luis A. Moore y Carlos Ballesteros.
Pero sería 1985 un año de gran trascendencia, tanto para la historia de Colombia como para el crecimiento y visibilidad de la aviación policial. El 6 y 7 de noviembre de aquel año, el grupo guerrillero M-19 se tomó por asalto las instalaciones del Palacio de Justicia en la Plaza de Bolívar de Bogotá. La acción militar desencadenó la respuesta de las Fuerzas Armadas, generando una verdadera batalla de dos días en pleno centro de la capital del país.
Los helicópteros de la Policía se encontraban realizando maniobras de entrenamiento y exhibición para altos mandos, en conjunto con el entonces Comando de Operaciones Especiales COPES, cuando fueron llamados a la acción, con el consiguiente desarrollo de los hechos que los colombianos vimos a través de la televisión, en donde tres aeronaves de ala rotatoria de la Policía prestaron un apoyo vital durante la contienda, desplazando personal hacia el edificio y actuando en conjunto con el COPES en una delicada operación que contribuiría a la retoma del Palacio por parte de las Fuerzas Armadas y que sería una de las primeras acciones policiales coordinadas con la aviación que se realizarían en Colombia. Los helicópteros habían probado su valía e importancia dentro del seno de la Policía una vez más.Tres días después, el 10 de noviembre del mismo año, se inauguran las instalaciones de la primera base con que contó la Policía en el aeropuerto de Guaymaral y que hoy en día, gracias al apoyo económico del Gobierno Nacional y de los Estados Unidos en la lucha contra el narcotráfico, se han ampliado y convertido en eje operacional y técnico de las operaciones helicoportadas de la Institución. La Base Aérea Capitán Fernando Álvarez Bonilla, llamada así en honor al primer piloto policial fallecido en acto heroico, vería llegar aquél año nuevas aeronaves tipo Bell 206, Bell 212 y Ayres S2R-T Turbo Trush para labores de fumigación de cultivos ilícitos. También se comenzarían a construir otras bases en Santa Marta y Valledupar.
Pero apenas tres días después, el 13 de noviembre, Colombia viviría la peor catástrofe natural de su historia, cuando la población de Armero fue borrada del mapa a raíz de la erupción del volcán Nevado del Ruiz y la avalancha de lodo creada por el deshielo de las cumbres generado por la erupción. Una vez más todos los equipos y personal de apoyo disponibles en el área de aviación de la Policía se aprestaron para realizar misiones de búsqueda y rescate de quienes habían sobrevivido al alud de lodo, árboles y piedras que sepultó la población. La difícil situación obligó a que los helicópteros fueran prácticamente el único medio a través del cual se podían rescatar aquellos que habían logrado guardar su vida durante la tragedia y que estaban atrapados en el lodo. Estos hechos llevaron a la adquisición de más aeronaves y al aumento de personal, creando así la escuela de aviación de la Policía, que realizaría inicialmente sus labores de instrucción en los aeropuertos de Bogotá, Guaymaral e Ibagué, antes de contar con las instalaciones propias que se darían al servicio en 1996 y que actualmente se ubican en el aeropuerto de Mariquita. La escuela inició labores bajo el mando del entonces Capitán Jorge Enrique Arana.Se crearon los distintos símbolos institucionales que acompañarían a las alas de piloto que recibían quienes hacían parte del cuerpo, diseñadas por el Mayor Aparicio en conjunto con el Coronel Pulido: “Yo me acuerdo muchísimo cuando diseñamos con mi Coronel Pulido las alas de aviación y después ya les pusimos cosas, de acuerdo a las 1.500 horas, 2.500 horas”, recuerda el oficial hoy en día.
En 1986 llegaron al país 12 helicópteros UH-1H, dos Bell 212, cuatro Bell 206, dos Hughes 500, un avión DeHavilland DHC-6 Twin Otter, un avión Beechcraft C-99 y un Cessna 152 donados por el Gobierno de los Estados Unidos, a los que se sumaron dos Bell 212, cinco Bell 206L3 y un Cessna 152 adquiridos por el gobierno colombiano, contando así con más de cuarenta aeronaves disponibles para misiones en ciudades y campos del país.
Entrega de helicópteros en 1993. (Foto: Policía Nacional – 25 años de lucha frontal contra el narcotráfico en Colombia)
Entrega de un avión Twin Otter en las instalaciones de la fábrica en 1989. (Foto: Policía Nacional – 25 años de lucha frontal contra el narcotráfico en Colombia)
El SAPOL sería fusionado con el entonces Servicio Especializado de Control de Sustancias que producen Adicción Física o Psíquica, dando lugar a la actual Dirección Antinarcóticos a través del decreto 423 de 1987.
Para 1992 la Policía recibe a las primeras alumnas femeninas en el curso de pilotos, siendo la Teniente Luz Nelcy Parrado Amaya la primera mujer piloto de la Institución. Dos años después llegan nuevas aeronaves: un Bell 206, cuatro Bell 212 y un Beechcraft Super King Air asignado a la Dirección General. En 1999 se operarían los primeros UH-60L Black Hawk y en el 2001 llegarían las primeras unidades propias, completando las primeras ocho operacionales. Con la llegada y puesta en marcha del Plan Colombia, la Dirección Antinarcóticos de la Policía y el Area de Aviación Policial recibieron un importante impulso económico y de infraestructura, permitiéndoles aumentar sus operaciones a través de la llegada de nuevo material aéreo, de bases más grandes y de un mayor número de personal más entrenado.
Llegada de helicópteros UH-1H en 1992. (Foto: Policía Nacional – 25 años de lucha frontal contra el narcotráfico en Colombia)
Ceremonia de entrega de helicópteros Black Hawk por parte del gobierno de los Estados Unidos en 1998. (Foto: Policía Nacional – 25 años de lucha frontal contra el narcotráfico en Colombia)
Con la llegada del siglo XXI, el Área de Aviación de la Policía Nacional de Colombia continuó creciendo en tamaño, flota, personal, equipos e infraestructura. Las misiones que llevan a cabo los técnicos, pilotos y personal relacionado con el área de aviación abarcan operaciones de vuelo en ciudades y campos del país, ofreciendo apoyo a personal de la Institución en tierra y ciudadanos del común. La Institución es capaz de desplegar aeronaves de ala rotatoria en cada ciudad capital del país para brindar seguridad desde el aire, así como en otras regiones donde sea necesario, sirviendo en labores de control de tránsito en ciudad y en carretera, vigilancia y control; entre otras.
Para el futuro próximo se espera la llegada de nuevos equipos UH-60L, ATR-42, Mi-17 y Bell 206 que complementarán la flota actual y permitirán a la Policía continuar prestando labores de vigilancia en ciudades y campos, así como de transporte y enlace para sus miembros. Con los aviones ATR-42 y Dash-8 la Policía busca mejorar las condiciones de transporte de los Policías y civiles que hacen parte de la Institución, con aeronaves más cómodas y seguras. A raíz de su propia naturaleza, la aviación policial también ha recibido aeronaves incautadas al narcotráfico y que a través de procesos legales han sido puestas en operación dentro de la flota de la Institución.
En términos de infraestructura, la aviación policial colombiana cuenta con distintas bases aéreas en todo el territorio nacional, además de realizar operaciones desde bases policiales de superficie y puestos avanzados en otros sectores.
Base aérea de Guaymaral
En la base de Guaymaral se adelantan labores de abastecimiento de partes, mantenimiento, reparación y despliegue operacional. Inaugurada en 1985, la base cuenta con el Hangar I inaugurado el 10 de noviembre de 1985; el Hangar II, establecido en las antiguas instalaciones de Aviones de Colombia y donde se comenzaron las operaciones con los primeros Black Hawk en 1999; y el Hangar III, que comenzó a construirse en el 2004 y en el que se brindan servicios de mantenimiento para la flota de UH-1H.
Primeras instalaciones en Guaymaral en 1984. (Foto: Policía Nacional – 25 años de lucha frontal contra el narcotráfico en Colombia)
Repotenciación de equipo Huey en la base de Guaymaral, año 2000. (Foto: Policía Nacional – 25 años de lucha frontal contra el narcotráfico en Colombia)
Base aérea de Santa Marta
En la región norte del país, la base aérea de Santa Marta comenzó a construirse en 1983 en terrenos donados por la Secretaría de Turismo del Magdalena y contiguos a la Quinta de San Pedro Alejandrino, en la finca El Remanso. La base presta servicios de apoyo a las operaciones aéreas de interdicción llevadas a cabo en el norte del país y ampliaría su infraestructura en el 2003 con la construcción de un almacén, plataforma y hangar, recibiendo en el mismo año la flota completa de helicópteros Bell 212.
Primeras instalaciones de la base aérea de Santa Marta. (Foto: Policía Nacional – 25 años de lucha frontal contra el narcotráfico en Colombia)
Base aérea de Tulúa
Con el fin de apoyar las misiones en la región suroccidental de Colombia, la aviación policial comenzó operaciones desde las instalaciones de la Policía de Carabineros en Cali en el año 1996, trasladándose a la Escuela de Policía Simón Bolívar al año siguiente. Con la llegada de aeronaves destinadas exclusivamente a las operaciones en esta región, se inicia la construcción de las actuales instalaciones, que fueron entregadas en el año 2003.
Base aérea de Tulúa, 2011. (Foto: Policía Nacional – 25 años de lucha frontal contra el narcotráfico en Colombia)
Base Antinarcótios de San José del Guaviare
Las operaciones de la Dirección Antinarcóticos en el sur del país constituyen parte importante del desarrollo operacional de la Dirección en Colombia, por lo cual se construyó en 1983 la actual base Antinarcóticos ubicada en el aeropuerto Jorge E. González de la ciudad de San José del Guaviare. En 1986 se amplían las instalaciones y en 1991 comienza la construcción de la actual infraestructura. Esta base es de vital importancia para las labores de aviación policial ya que se constituye en el centro neurálgico para operaciones de aspersión, interdicción y apoyo aéreo a la comunidad civil que habita la vasta región sur del país.
Base aérea de San José del Guaviare en 1991. (Foto: Policía Nacional – 25 años de lucha frontal contra el narcotráfico en Colombia)
Base aérea de San José del Guaviare en 1992. (Foto: Policía Nacional – 25 años de lucha frontal contra el narcotráfico en Colombia)
Base aérea de San José del Guaviare en el 2010. (Foto: Policía Nacional – 25 años de lucha frontal contra el narcotráfico en Colombia)
Base aérea de Bogotá
A través de un comodato con la Aerocivil la base se instaló en 1987 inicialmente en un terreno de más de 5.000 metros cuadrados, en el antiguo sector de aviación general del aeropuerto El Dorado. Comenzó operaciones dos años después sirviendo como centro de enlace en el traslado de personal y material, operando aviones Turbo Commander, Twin Otter, C-99, Cessna 441 Conquest II y Piper Pa-31 Navajo. La llegada de nuevas aeronaves y el aumento de operaciones obligó a la institución a trasladar la base a otro sector del aeropuerto, en un terreno de 37.940 metros cuadrados en donde se inició la construcción de la actual base aérea en el año 2000. La base aérea de Bogotá se ha consolidado como centro operacional de transporte a todo el país y el extranjero, siendo actualmente la nacional de la Dirección Antinarcóticos y cobijando varias otras dependencias administrativas de nivel nacional relacionadas con la Dirección y la aviación policial.
Tripulantes de avión Turbo Commander en la antigua base de Bogotá, 1989. (Foto: Policía Nacional – 25 años de lucha frontal contra el narcotráfico en Colombia)
Antiguas instalaciones de la base aérea de Bogotá en 1999. (Foto: Policía Nacional – 25 años de lucha frontal contra el narcotráfico en Colombia)
Escuela de Aviación Policial
Escuela de Aviación Policial en 1998. (Foto: Policía Nacional – 25 años de lucha frontal contra el narcotráfico en Colombia)
Primer simulador estático marca Frasca, 1985. (Foto: Policía Nacional – 25 años de lucha frontal contra el narcotráfico en Colombia)
Primer simulador de ala rotatoria marca Frasca, 2007. (Foto: Policía Nacional – 25 años de lucha frontal contra el narcotráfico en Colombia)
La Aviación Policíal también está en la capacidad de desplegar operaciones aéreas en sectores y regiones donde no se cuenta con la influencia directa de alguna de las bases aéreas, pero a través del apoyo de las bases policiales de tierra y de otras bases de avanzada que se encuentran a lo largo y ancho del país. Así mismo cuenta con bases aéreas en apoyo a las operaciones del Departamento de Estado de Estados Unidos y del Plan Colombia, en instalaciones en Larandia, Neiva y Tumaco.
Así ha sido la trayectoria de la aviación de la Policía de Colombia, una aviación que nació gracias al entusiasmo de varios miembros de la Institución que pudieron combinar su sueño de volar con el servicio a la sociedad civil y que creció hasta llegar a ser la importante rama de la aviación de las Fuerzas Armadas que es hoy en día, tal y como comenta el Mayor Aparicio al hablar sobre la realidad de la aviación policial hoy: “Es como ver a un hijo crecer, a un nieto crecer, me siento muy orgulloso de la Aviación de la Policía.”
Estos son algunos de los principales distintivos que portan los oficiales y suboficiales al servicio de la Aviación Policial en Colombia:
Alas para las distintas especialidades en el Área de Aviación Policial. De arriba a abajo: Oficial Piloto con más de 4.500 horas de vuelo u Oficial Piloto en grado superior a Mayor – Oficial Piloto con más de 3.500 horas de vuelo – Oficial Piloto con más de 2-500 horas de vuelo – Oficial Piloto con más de 1.500 horas de vuelo – Oficial Piloto – Artillero – Mantenimiento – Abastecimiento. (Foto: Policía Nacional – 25 años de lucha frontal contra el narcotráfico en Colombia)
De izquierda a derecha: evolución del distintivo del Área de Aviación Policial. (Foto: Policía Nacional – 25 años de lucha frontal contra el narcotráfico en Colombia)
Medalla al Mérito de la Aviación Policial. (Foto: Policía Nacional – 25 años de lucha frontal contra el narcotráfico en Colombia)
Con más de 100 aeronaves, entre aviones de ala fija (45 unidades) y helicópteros (64 unidades), el servicio aéreo policial es uno de los más grandes del mundo, contando actualmente dentro de su flota con los siguientes equipos:
Air Tractor AT-802
ATR-42-320
Ayres S2R-T Turbo Thrush
Beechcraft 1900C
Beechcraft C-99
Beechcraft King Air 200
Beechcraft King Air 300
Bell 206B-3 JetRanger
Bell 206L1 LongRanger
Bell 206L3 LongRanger
Bell 206L4 LongRanger
Bell 212 Twin Huey
Bell 407
Bell 412EP
Bell UH-1H Huey II
Bell UH-1N
Cessna 150
Cessna 152
Cessna 172SP Skyhawk
Cessna 206 Stationair
Cessna 208 Caravan
Cessna 208B Grand Caravan
DC-3 TP
DeHavilland Canada DHC-6 Twin Otter
DeHavilland Dash 8-311
Fairchild C-26A Metro III
Fairchild C-26B Metro III
McDonnell Douglas Helicopter Systems MD 500D
Piper Pa-31-325 Navajo
Sikorsky UH-60L Black Hawk
Escuadrilla de aviones de fumigación Air Tractor AT-802 preparándose para despegar del aeropuerto de Popayán. (Foto: Pablo A. Ortega Ch.)
Avión ATR-42-320. (Foto: Javier Franco TOPPER)
Avión Ayres S2R-T Turbo Thrush en la base aérea de Bogotá. (Foto: Javier Franco TOPPER)
Beechcraft 1900C despegando del aeropuerto El Dorado de Bogotá. Al fondo las instalaciones de la Compañía Aérea de Bogotá. (Foto: Javier Franco TOPPER)
Avión Beechcraft C-99. (Foto: Javier Franco TOPPER)
Avión King Air 200 de inteligencia. (Foto: Javier Franco TOPPER)
Avión King Air 300 de transporte. (Foto: Javier Franco TOPPER)
Bell 206B-3 JetRanger. (Foto: Javier Franco TOPPER)
Bell 206L1 LongRanger de instrucción. (Foto: Javier Franco TOPPER)
Helicópteros en hangar de mantenimiento de la base de Guaymaral, en primer término un Bell 206L3 LongRanger. (Foto: Javier Franco TOPPER)
Bell 206L4 LongRanger en el helipuerto de la Dirección General de la Policía en el sector del CAN, en Bogotá. (Foto: Javier Franco TOPPER)
Helicópteros Bell 212. (Foto: Javier Franco TOPPER)
Bell 407 utilizado por la Policía de Carreteras. (Foto: Javier Franco TOPPER)
Bell 412EP de transporte VIP en el helipuerto de la Dirección General. (Foto: Javier Franco TOPPER)
Helicóptero Bell UH-1H Huey II. (Foto: Javier Franco TOPPER)
Cessna 152 de instrucción básica. (Foto: Javier Franco TOPPER)
Cessna 172. (Foto: Javier Franco TOPPER)
Cessna 206. (Foto: Javier Franco TOPPER)
Cessna 208 Caravan. (Foto: Javier Franco TOPPER)
Cessna 208B Grand Caravan. (Foto: Javier Franco TOPPER)
Aviones DC-3 TP en la base aérea de Bogotá. (Foto: Javier Franco TOPPER)
La Policía cuenta con dos aviones Twin Otter. (Foto: Javier Franco TOPPER)
Dash-8. (Foto: Policía Nacional – 25 años de lucha frontal contra el narcotráfico en Colombia)
En primer plano, avión C-26A. (Foto: Javier Franco TOPPER)
Compañía Aérea de Bogotá, en primer plano un C-26B. (Foto: Javier Franco TOPPER)
MD-500. (Foto: Javier Franco TOPPER)
Piper Navajo. (Foto: Javier Franco TOPPER)
Black Hawk en la base aérea de Guaymaral. (Foto: Javier Franco TOPPER)
Referencias:
– Policía Nacional de Colombia – Dirección Antinarcóticos. (2012) “25 años de lucha frontal contra el narcotráfico en Colombia”, Bogotá.
– Plazas Venga, Luis Alfonso. (2000) “La batalla del Palacio de Justicia”, Bogotá, Intermedio Editores.
– Área de Aviación Policial “Gaceta Alas Policiales”, (varios números)
Agradecimientos especiales a los miembros del Área de Aviación Policial y al Mayor Humberto Aparicio Navia por la colaboración prestada en la redacción de este texto.